Infidelidad en la pareja, ¿hay que contarlo?

Después de tener una relación prohibida, muchas personas necesitan confesarlo. En qué consiste la estrategia del segundo matrimonio.

 POR MARÍA MANSILLA

Él va a la puerta, la cierra, vuelve a mi lado y me besa. Pienso en empujarlo y decirle que ya no somos niños, pero me está gustando. No solo descubrí un nuevo restaurante japonés, donde nos vimos, también estoy haciendo algo equivocado. jLogré transgredir las reglas y el mundo no se desmoronó sobre mi cabeza! Hace tiempo que no estaba tan feliz. A cada instante me siento mejor, más valiente, más libre”. Eso piensa la protagonista de Adulterio, la novela de Paulo Coelho. Lo piensa mientras un amor prohibido el hace burlas a su matrimonio intachable.

El placer que genera en nuestros cerebros el engaño ha sido estudiado e inmortalizado por el cine y también por la ciencia. Igual que experiencias como consumir drogas, caer en la gula o acumular dinero, el sexo libera dopamina y activa los circuitos de recompensa. Esto repercute no solo en una sensación de goce, sino en la idea de que esta pulsión debe ser repetida ad infinitum. Pero… ¿y el día después? ¿¡Quién nos aguanta?!

Algunas personas se sienten trágicamente mal luego de ser infieles. “El sentimiento de culpa aparece producto de la conciencia moral que juzga como negativo ese acto. La persona hizo algo malo (engañar a su pareja”, y el estado de malestar es un castigo, la consecuencia.

No se padece igual una infidelidad ocasional, lo que se reduce a lo sexual, que una relación paralela, en la que el sufrimiento es mayor porque se involucran además los sentimientos”, explica Santiago Gómez, psicólogo, educador y terapeuta sexual.

NECESITO CONTARLO

Después de ser infieles la procesión va por dentro. ¿Pero por qué esa necesidad (¿Suicida?) de compartirlo? Se necesita contárselo a alguien incluso sin que medien sospechas. Eso que en estos tiempos existen hasta apps que ayudan a poner excusas (como la francesa SOS Alibi que te envía SMS en nombre de tu jefa o tu mejor amiga).

Ese impulso es una forma de sublimar la culpa. Pero, ¿por qué a veces hacemos las confesiones más íntimas en los contextos más bizarros? Se puede enterar de la infidelidad, por ejemplo, la mujer de delante de la cola del cajero automático, la chica de al lado en la sala de espera de la ginecóloga, tu compañera de oficina cuando te topa frente a la máquina de café.

Es que cuando el confesor/a resulta la persona menos pensada, psicológicamente nos permitimos confiarlo, pero…con ventaja. “Sabemos que eso tan íntimo que estamos contando no será usado en nuestra contra. Al descargarse se provoca un alivio de la culpa y sin reproches o juzgamiento del otro”, analiza el psicólogo Gómez.

También están las mujeres que en un ataque de ira les cuentan a sus hijos que el papá le fue infiel. ¡Error! Mejor no involucrarlos ni usarlos para que tomen partido a favor de la “inocente”. La pareja debe resolver sus propios problemas y dejar a los chicos afuera y a salvo.

ANIMARSE A CONFESARLO

Están los valientes kamikazes que se animan a enfrentar a su pareja. Se hacen cargo: saben que cometieron un error. Detestan los secretos y quieren volver a empezar.

¿Es ingenuo esperar el perdón? ¿La franqueza amortigua el dolor de la otra persona? ¿Qué te lo cuenten lastima menos que descubrirlo? ¿Hay “mejores” manera de decirlo, más asertivas, menos desgarradoras? Supongamos que queremos recuperar el matrimonio, ¿qué plazos o etapas vendrán después de la confesión hasta que las aguas se calmen?

“Ser franco amortigua la pena de la persona inocente y evita entrar en discusiones violentas, cosa que sucede cuando comienzan a aparecer las mentiras, las excusas y los reproches como forma de defenderse por la infidelidad cometida. Por eso, lo más beneficioso es hacerse cargo y enfrentar la situación. Es ingenuo esperar el perdón en un primer momento, porque la pareja va a reaccionar mal, sentirá traición, dolor y desilusión. A la vez, siempre es mejor que te lo cuenten y no tener que descubrirlo. Porque, cuando esto sucede, antes hubo que realizar un trabajo de investigación que genera un estado de estrés, ansiedad y angustia”, aconseja Santiago Gómez, que también es director de Decidir Vivir Mejor y del Centro de Psicología Cognitiva.

DEFINICIONES
¿Qué es hoy ser infiel? ¿El sexting? ¿Abrir un perfil en Happn? ¿Ver porno? ¿Un chat hot? ¿Acostarse con otro? ¿Tener fantasías eróticas?

En nuestra cultura no es tabú el sexo. Hoy, por ejemplo, los sitios online para tener “citas piratas” se promueven a los cuatro vientos. Y el Código Civil abolió la infidelidad como causal de divorcio.

¡Somos tan modernos” Y sin embargo…

“Cuando muchas de mis clientas llegan a mi consultorio es lo primero que plantean –cuenta Viviana Kaufman, abogada del Estudio El Club de las Divorciadas-. La fidelidad dejó de ser un deber jurídico, hoy es solo un deber moral. El adulterio ya no trae consecuencias legales. Si una persona es infiel ya no es culpable ni tiene que pasar alimentos de por vida. Este cambio evita los juicios largos y controvertidos. La verdad, es absurdo que una ley obligue a ser fiel. Pero esté o no en el Código sigue doliendo. Porque en el matrimonio el respeto sigue siendo la base.”

“El término infidelidad está en crisis. ¿Infiel a quién? ¿A ese al que le prometí exclusividad o a mí misma? – reflexiona Erika Halvorsen, autora de la taquillera El hilo rojo (Sudamericana), guionista de Amar después de amar (Telefe)-.

Las mujeres castigan a las mujeres infieles. Se enfrentan con sus propias represiones. Creo que en ese plano aún no se logró la igualdad. El hombre puede desear a otra, salir a probarse afuera de la casa. Hasta se le comprende que cada tanto necesite auto confirmarse su virilidad. La mujer no. En algunas culturas hasta se mutilan sus genitales para que no goce. El goce y el deseo femenino parecieran poner en jaque a toda la sociedad.

Cuando sucede, ¡cuánto duele! Y sigue siendo el fin del mundo. Antes la monogamia era estar con una mujer de por vida. Hoy es estar con una mujer a la vez”, compara y casi bromea Esther Perel en su charla TEDx, Repensando la infidelidad. Explica cómo hoy, que el matrimonio ya no es un pacto económico, descalabra más que nunca la vida.

”Si a lo largo de la historia la infidelidad siempre ha sido dolorosa, hoy es traumática. Amenaza nuestro sentido del yo: es una violación a la confianza, una crisis de identidad. Ahora que el matrimonio es solo un acuerdo romántico, la infidelidad amenaza nuestra seguridad emocional.”

SEGUNDA VUELTA

Perel observa por qué incluso las personas felices engañan. Y concluye, que cuando se busca una mirada ajena no siempre nos alejamos de nuestra pareja sino de la persona en la que nos hemos convertido. La palabra que termina de empujar a una relación prohibida no es sexo, menos amor, es “deseo”. Deseo de atención, de sentirse especial, de espantar una mala racha, de aliviar una mala noticia. Porque la traición en una relación viene en muchos envases, y la erótica es solo una de ellas.

“La mayoría de las parejas que pasaron por esto permanecen juntas cuando logran convertir una crisis en oportunidad -cuenta Esther Perel-. Muchas veces la persona engañada se planta y por fin puede decir: ¿Vos te creés que yo no quería más? Muchos matrimonios gracias a este nuevo desorden logran tener conversaciones más honestas y mucha apertura.”

¿Cómo hacer esa alquimia? A las “víctimas” se les recomienda no enloquecer con preguntas degradantes. Más bien exponerse menos y optar por un cuestionario que atraviese por ejemplo cuestiones que disparen hacia nuevos sentidos. ¿Qué significó para vos? ¿De verdad estás tranquilo con cortar esa relación? ¿Qué valores creés que quedan en nuestra relación? ¿Qué pudiste experimentar que no pudiste vivir conmigo?

Cuando la psicóloga Perel adelanta el tema de sus ponencias, el público abre los ojos y alguien siempre se anticipa: “¿Pero está a favor o en contra?”. “¡Sí!”, responde la especialista que entiende que los dilemas del amor y el deseo no saben de respuestas simples, blanco o negro, buenos o malos. “Veo las aventuras desde una doble perspectiva- dice-. Provocan daño y traición, por un lado, crecimiento y autodescubrimiento por el otro. Hoy en Occidente la mayoría de nosotros tendremos dos o tres matrimonios y algunos con la misma persona. Si por una infidelidad su primer matrimonio colapsó, ¿por qué no crear un segundo matrimonio juntos?