Cruzada solidaria a aldeas de Misiones

Un grupo de sancristobalenses emprendieron un viaje para ayudar a cuatro aldeas guaraníes en Misiones. Llevaron donaciones y aportaron su trabajo para mejorar la infraestructura.
El Soberbio es una ciudad argentina de la provincia de Misiones, cabecera del departamento Guaraní. Se encuentra a orillas del río Uruguay, teniendo frontera con la pequeña villa brasileña de Porto Soberbo, Rio Grande do Sul. Hasta allí se trasladaron Juan Manuel Quiroga, Daiana Diaz, Simón Artigas, Juan Díaz, Yamila Fernández, Soledad Díaz, Josefina Imoberdoff , Bernardino Artigas, y Javier Rojo. Parte del equipo estuvo 9 días, luego de un viaje de 30 horas aproximadamente. Recolectan las donaciones unos meses antes de emprender la cruzada y los pedidos se efectúan a través de redes sociales. Cabe destacar que los integrantes de este grupo cuentan con sus respectivos trabajos y deben pedir autorización para ausentarse y dedicar esos días para brindar ayuda.
El grupo toma conocimiento previamente de las necesidades de cada una de las aldeas, que son comunidades aborígenes, algunas más cercanas al pueblo y otras que se encuentran adentro de la selva. Los lugares visitados y donde se efectuaron las donaciones fueron: Tacuaruzú, Caramelito, Iriapí y Pindopotí. Fueron alojados en el Soberbio en la casa de una enfermera que también hace sanidad en las aldeas y tiene exacto conocimiento de las necesidades y prioridades.
Soledad es docente y es el cuarto viaje solidario que realiza hasta Misiones. El resto del esquipo se fue sumando. “Vi en las redes sociales que gente de Buenos Aires hacía estos viajes, el primer viaje fue con mi hermano Juan, luego a partir de un pedido especial decidimos salir en este viaje con gente de San Cristóbal. Nuestro pedido de donaciones fue a través de las redes, y se armó el grupo de trabajo” comentó.
Concretamente en este viaje además de las donaciones que fueron llevadas hasta cada una de las aldeas se realizó la instalación eléctrica completa para una escuela. Simón, uno de los integrantes del equipo, indico que “realizamos la instalación eléctrica en una escuela y con un beneficio que habíamos realizado aquí compramos un generador que también quedó instalado. Llevamos una tv, y un DVD y los niños observaron por primera vez los dibujitos también en Iriapí se dejó lo necesario para la instalación de un baño, un día antes de regresar llovió y no pudimos acceder hasta la aldea”.
El grupo solidario sostiene que ayudan a las aldeas porque allí están desprovistos de todo. “Nosotros colaboramos con la gente aquí también, solo que no lo difundimos. Pero aquí en esta ciudad cuentan con otros medios. Pueden pedir a la gente, instituciones o bien al municipio. En las aldeas todo es lejísimo, mínimo hay que caminar 6 km y hacerlo con todas las donaciones. No cualquiera hace esos kilómetros caminando con toda la mercadería en brazos. Es en el medio de la Selva, ni siquiera hay caminos” detallaron.

“La gente se hace muchas preguntas,…cuando llegas y conoces, entendes muchas cosas” S. Díaz

Por qué regresar
Los integrantes del equipo solidario aseguran que se sintieron muy bien ayudando, colaborando con sus prójimos e intentando cambiar algunas situaciones.
Soledad Díaz comentó que “las necesidades de la gente y el cariño puro que te demuestran, los abrazos, eso te hace volver. En este viaje, por ejemplo, nos invitaron de dos aldeas, y que vayamos aunque no llevemos nada”. Por su parte, Daiana recordó que “hace muchos años que quería colaborar, tengo algunos familiares que van hasta el Impenetrable. Por diferentes cuestiones postergaba y este año, mi marido rápidamente me dijo que si a la propuesta y emprendimos el viaje. Tengo una hija de 13 años y un hijo de dos años. Para ellos es importante conocer otras realidades, lo que vivimos fue muy fuerte, así que imagino que para mis hijos también. Hay un antes y un después de un viaje así, valoras todo, desde que te vas a dormir y agradecer cuando te levantas. Por más que nos quejamos te das cuenta que lo tenemos todo. Un techo, una ducha caliente, nuestros hijos vestidos y calzados. Nosotros no podíamos entender como hacen para dormir. Pasamos la noche con colchones inflables, frazadas térmicas, bien abrigados y no pudimos dormir por el frío. Y ellos durmieron en sus chozas de paja y en la tierra. Se levantan a las 6 descalzos con una simple remerita”.

“La idea es ayudar. A nosotros nos ayudaron mucho cuando lo necesitamos” S. Artigas

Soledad, quien iba por cuarta vez a El Soberbio comentó que “no tienen zapatillas ni abrigos, cuando comenzamos a repartir, muchos se acercaban y preguntaban si teníamos zapatillas. Es muy común escuchar a la gente decir: que ellos no necesitan, que están acostumbrados y que viven así. Luego de esta experiencia me pregunto si es así porque no sienten el frío o porque no tienen? Cuando repartimos la ropa, a algunos no les iba porque no era de su talle pero insistían en quedarse igual con la prenda. Fue tremendo.”

Anécdota
Daiana vivió un momento de asombro cuando vio desbordada la cantidad de donaciones que habían calculado para una escuela. “Unos días antes de salir, una mujer que es promotora de salud, nos comentó que ellos contaban con la escuelita y la instalación de agua y luz pero no estaban recibiendo la ración de copa de leche porque Nación se las sacó. Los chicos van, y no hay nada para darles durante todo el tiempo de cursado. Entonces nosotros llevamos unos paquetes de leche en polvo, azúcar y cacao para que tomen. Nos advirtieron que eran 40 niños. Cuando llegamos allí, nos encontramos que eran 40 niños, 32 familias y que en realidad teníamos 162 personas. Entonces habíamos llevado apenas un granito de arena. Ya tenían la olla al fuego para preparar la leche y nosotros con tan poca comida”.
Si bien hay aldeas donde se observa un cambio cultural, porque tienen algunos animalitos, y tienen su huerta, no alcanza a cubrir lo necesario para subsistir. Hay aldeas que están más cerca del pueblo cuentan con escuela y dos maestros. “La mentalidad ha cambiado porque ellos ya no pueden vivir de la caza y de la pesca, entonces deben criar animales, que no es una costumbre de los aborígenes. Queremos agradecer a toda la gente de San Cristóbal y alrededores. Cada vez se suman más donaciones y más trabajo allá. Llevamos muchas cosas y queremos destacar y agradecer” indicó Soledad.