La difícil decisión tomó una embarazada porque su bebé tenía un tumor en el corazón

Kora Kellner necesitaba una riesgosa cirugía antes de su nacimiento para quitarle un tumor del corazón

Alysha Kellner tenía 23 semanas de embarazo cuando supo que su bebé tenía un tumor raro en el corazón, que crecía muy rápido y que podría requerir una cirugía mientras todavía estaba dentro del útero.

Esa clase de cirugía fetal para extirpar este tipo de tumor se había realizado con éxito sólo tres veces en el mundo y los médicos del hospital de Minnesota, donde se atendía Kellner, nunca la habían hecho.

La primera señal de que algo podría estar mal se produjo en la semana 21 de embarazo; en una ecografía de rutina supo que había una pequeña cantidad de líquido alrededor del corazón de la bebé. El médico le sugirió que consultara con un especialista.

Días después, en la visita con el especialista del Midwest Fetal Care Center del Children’s Hospital and Clinics de Minnesota, fueron sorprendidos por la noticia: tenía un teratoma fetal, un tipo raro de tumor con el agravante de que el suyo era un tipo aún más raro, que se llama teratoma pericárdico, porque se encontraba en el corazón.

El tumor había acumulado una cantidad peligrosa de líquido alrededor del corazón del bebé; necesitaban drenarlo con una aguja y esperar hasta después de la semana 28 para poder operar al bebé, mientras todavía estaba conectado a la placenta. Luego utilizarían un tratamiento llamado EXIT (ex-utero intrapartum treatment), que consiste en la realización de técnicas practicadas en el mismo momento del parto con el fin de evitar el fallecimiento de un niño.

Pero si el tumor crecía demasiado rápido antes de las 28 semanas, los futuros padres tendrían que decidir si trataban de salvar al bebé con un tipo más avanzado de cirugía fetal. Los médicos cortarían el útero de Alysha y el tórax del bebé y extirparían la mayor parte del tumor. Pero en lugar de dar a luz al bebé como un procedimiento EXIT, volverían a coser a la madre y al bebé por el resto del embarazo. Era posible que el bebé no sobreviviera a la operación. Y de hacerlo, el útero de Alysha podría romperse más adelante en el embarazo, lo que sería fatal para la niña y una emergencia para la madre.

Kora

Tres veces por semana Alysha se sometió a la realización de un ecocardiograma fetal para controlar el corazón del bebé, mientras que con a misma frecuencia, los médicos se reunieron para discutir el caso e hicieron dos simulacros para evitar que algo pudiera salir mal durante la cirugía.

Pera en la semana 26, dos antes de lo esperado, el líquido había regresado alrededor del corazón del bebé y el tumor se había cuadruplicado, había empujado su corazón cerca de su estómago y sin cirugía ya no había posibilidades de supervivencia.

Sólo 2 días después, realizaron la cirugía de Kora Amada; el nombre elegido por los papás ya que“Kora” les recordaba a corazón, el órgano donde la beba tenía el tumor.

La cirugía comenzó a las 8 de la mañana, con 20 médicos en el quirófano y con un 50 por ciento de posibilidades de vida y el resto del porcentaje de probabilidades de que no sobreviviera a este método invasivo.

Guiados por un equipo de ultrasonido, una incisión en el útero de Alysha expuso el pecho y los brazos del bebé, que los cirujanos extendieron con la espalda arqueada. El feto tenía su propio equipo de anestesiología. Pesaba menos de un kilo y cada brazo era más pequeño que el dedo índice del cirujano. El tumor era aproximadamente del tamaño de una naranja, cuatro veces más grande que su corazón.

el cirujano Lillegard y el especialista cardiovascular pediátrico Francis Moga, usaron herramientas de electrocauterización con forma de pinzas para eliminarlo de a poco. Alrededor de las 10:30 de la mañana, Lillegard le dijo a la familia que la cirugía había sido un éxito. Los cirujanos habían extirpado más del 90 por ciento del tumor y obtendrían el resto después del nacimiento. “Seré honesto, nunca antes me habían dado un abrazo en la sala de operaciones”, aseguró el médico.

Kora

Kora nació el 29 de septiembre por cesárea, a las 35 semanas. Pesó tres kilos y tiene unos grandes ojos azules. Los médicos eliminaron el resto del tumor una semana más tarde de su nacimiento.

Con más de siete meses de vida, Kora se ríe, balbucea, se sienta y da vueltas. Su última resonancia magnética no mostró signos del tumor y sus marcadores tumorales continúan disminuyendo.

Lo único que le queda a Kora de esa difícil experiencia que tuvo que atravesar es una cicatriz en forma de C en su pecho y dos más pequeñas abajo de sus costillas. Para cuando pueda entender lo sucedido la operación será sólo una anécdota.