10 consejos para preparar finales en tiempos de Instagram

No podés pasar media hora delante de los apuntes sin que tus pensamientos se vayan volando por la ventana y más allá? ¿Te sentás a estudiar y sin saber cómo a los quince minutos estás mirando las stories de la amiga de la amiga de tu prima? ¿Internet acabó con tu capacidad de concentración (que ya no era gran cosa para empezar)? Si yo pude recibirme con cuenta de Facebook, Twitter e Instagram vos también podés. En esta nota, 10 consejos reales de una ex estudiante real para que este julio sea el más lleno de finales aprobados de tu carrera.

1) Armá un plan concreto, inamovible y realista

Cada persona es distinta, pero en mi experiencia la gente que dice “empiezo a preparar las tres materias y después veo con cuántas llego” en general no llega con ninguna. Pensá, en términos realistas (teniendo en cuenta tus horarios, cuántas horas realmente pensás que podés estudiar por día, las pilas que tenés en este momento del año), qué materias podés rendir y decidí con al menos dos semanas de anticipación cuántas y cuáles van a ser. Si te separaste, estás a mil de trabajo o con problemas de tiempos por alguna razón es mucho mejor elegir un solo final bien fácil que aspirar a rendir un examen eterno y arrepentirte dos días antes. Una vez que tomaste una decisión concreta y realista, tratala como si fuera inamovible: por supuesto que si adviene algún problema familiar o de salud grave podés no rendir, pero en mi experiencia sirve pensarlo como algo que no se puede patear.

2) Armá un calendario concreto y realista (pero movible y adaptable)

Con el mismo criterio, armá un calendario con la cantidad de páginas o temas que pensás cubrir por día para llegar al examen. Sé realista y honesto con vos mismo: hay gente que puede meter cuatro o cinco horas de estudio por día, pero no somos todos, y si trabajás particularmente es muy difícil. Yo nunca pude y con dos horas diarias me arreglé siempre: algunos exámenes muy largos tenía que empezar a preparalos un mes antes, pero en mi caso era más viable eso que calcular cinco horas diarias de estudio. Digo que este plan debe ser movible y adaptable porque a veces uno calculo mal, y si al día tres te das cuenta de que no estás llegando (o, dichoso de vos, estás yendo más rápido de lo que esperabas) te va a convenir recalcular y reorganizar tu calendario (siempre teniendo en cuenta el consejo 1: no pienses en la opción “lo pateo para diciembre”, aunque sea una opción real).

3) Probá con las apps que te bloquean las redes

Este fue mi secreto los últimos años de la carrera, y todavía lo uso mucho para escribir. Hay varias apps (Self Control, Focal Filter, Cold Turkey, BreakFree, OffTime y varias más, dependiendo del sistema operativo que tengas y si es para el teléfono o la computadora) que “bloquean” los sitios o aplicaciones que vos elijas por un tiempo limitado. Por dos horas, por ejemplo, podés bloquear Facebook, Twitter, Instagram y las demás aplicaciones o páginas que suelas usar para perder el tiempo. Sabé que una vez que están andando no hay peros: al menos en las que yo usé, si borrás el explorador y lo volvés a bajar igual no podés entrar a las páginas bloqueadas. No todo el mundo las necesita: mucha gente se controla sola o puede entrar cada 15 minutos a chequear las redes sin que eso la desconcentre. Si pensás que te puede servir bajate una gratuita y probala para tu próxima sesión de estudio.

4) Probá la técnica Pomodoro

A mí esto no me anduvo muy bien pero tengo varios amigos que juran que funciona, creo que vale la pena probarlo si nunca lo hiciste. La idea de Pomodoro es que en lugar de intentar concentrarte por una hora seguida o más, te concentrás al 100% durante 25 minutos y después hacés un break cortito, de 3 a 5 minutos. Lo ideal sería que puedas dividir lo que tenés que estudiar en unidades de 25 minutos (por ejemplo, leo un capítulo, o resuelvo un ejercicio), así no tenés que cortar la tarea por la mitad. Después de tres o cuatro pomodoros (cada 25 minutos es “un pomodoro”) podés tomarte un break más largo, de 15 o 20 minutos. Los que usan este método dicen que cuanto más estricto seas con los tiempos, mejor funciona.

5) Juntate con amigos con una deadline clara

Estudiar en grupo para muchos es una mala idea
Estudiar en grupo para muchos es una mala idea Crédito: Shutterstock

Esta es polémica. Mucha gente piensa que juntarse a estudiar con otros es siempre una pérdida de tiempo, pero yo creo que tiene una ventaja grande: la coerción grupal. Por eso es importante que, por ejemplo, decidan que si se van a juntar el 20 para esa fecha todos tienen que venir con x textos leídos o x ejercicios resueltos. En general si uno se compromete con el grupo a llevar algo terminado creo que le da un poco de vergüenza caer sin nada: en cambio si uno se compromete con uno mismo tiende a ser más laxo. Si tu grupo de compañeros puede prestarse a algo así de prolijo, puede ser muy útil la juntada; si empiezan a reclamar una actitud más relajada o te dicen “vamos viendo”, abrite.

6) Elegí una técnica acorde a la materia y al tiempo que tenés

Es muy simpática la idea de resumir todo el material y hacer cuadros sinópticos de todos los autores, pero si tenés menos de un mes no es un plan muy lógico. Una cosa que yo usaba cuando no tenía demasiado tiempo era la técnica de las “notas marginales”: en lugar de hacer un resumen hecho y derecho, además de subrayar, iba anotando al lado de cada párrafo o grupo de párrafos una frase o un par de palabras que resumieran las ideas centrales de esos párrafos. Para cuando llegue el repaso final, te va a alcanzar con mirar esas palabritas y ver qué recordás de todo eso: lo que ni te suena, lo volvés a leer.

7) Conseguite todas las ayudas posibles (pero usalas con criterio)

En todas las facultades circulan por internet o en los pasillos guías con ejercicios resueltos, resúmenes que tienen décadas y ya nadie sabe quién hizo y demás “ayuditas” variadas. Muchas veces son útiles, pero a veces hay que tener cuidado: yo no me mandaría a rendir un examen, por ejemplo, sin haber leído un texto y con un resumen que ni sé quién hizo. Aunque sea, tratá de darle una mirada rápida al texto para chequear que no sea completamente chanta el apunte que llegó a tus manos. Lo mismo con los parciales de años anteriores que encuentres en internet: miralos, pero ni se te ocurra pensar que solo tenés que estudiar lo que se pregunta ahí, eso casi siempre falla, o es viejo, o los docentes ya lo prevén y preguntan otras cosas a propósito.

8) Si trabajás, exigí tus días de examen y elegilos bien

Si estás en relación de dependencia, tenés derecho a al menos dos días corridos por examen, con un máximo de diez días por año. Si trabajás en otra situación estás (como siempre) a merced de tu empleador, pero tratá de pedir los dos días que te corresponden: es muy útil tener un día entero, no para estudiar 12 horas seguidas, pero sí para que las horas que le dediques al estudio estés menos quemado y las aproveches mucho mejor. No necesariamente tienen que ser los dos días inmediatamente anteriores al examen: a veces es mejor tomarse los días un poco antes y el día antes del examen estar más relajado, ir al trabajo y hacer “vida normal”.

Salir a tomar aire (o una cerveza con amigos) le hace bien al cerebro estresado
Salir a tomar aire (o una cerveza con amigos) le hace bien al cerebro estresado Crédito: Shutterstock

9) No te encierres

No tiene sentido pasar semanas enteras sin tomar una cerveza con tus amigos, vas a estar quemado y la mente en esos casos tiene rendimientos decrecientes muy claros, una vez que se te fríe la cabeza de tanto estar encerrado ya dejás de entender lo que leés. Al menos una vez por semana armá salidas breves que te permitan despejarte sin dejarte completamente inutilizado para el día siguiente.

10) Dormí bien

Está super estudiado que dormir bien mejora la memoria y la capacidad de tu cerebro de asimilar nueva información. No dormir puede funcionar para los estudiantes de Diseño que pueden entregar una maqueta sin que las neuronas les hagan sinapsis al día siguiente, pero si vas a tener que pensar no va a funcionar. Ese repaso de las 3 de la mañana no te iba a sumar nada nuevo igual.