Crítica | Animales Fantásticos 2 – Los Crímenes de Grindewald

La nueva franquicia del universo de Harry Potter se amplía a un nuevo nivel con esta segunda entrega que cuenta con un poco más de acción pero, al mismo tiempo, una polémica revelación

Comenzar esta crítica diciendo que Animales Fantásticos 2: Los Crímenes de Grindewalt es una película cuyo mayor enigma se resuelve recién en el último minuto y medio es quizá spoilear su contenido de una manera aberrante. Pero al mismo tiempo, es sentenciar al público a mirar todos y cada uno de los 129 minutos previos para no perderse un detalle y tratar de descubrir algo que termina revelándose como polémico para los seguidores del joven mago; y ahora también del estudioso de la fauna mitológica.

Lo cierto es que, situada apenas unos meses después de las primera entrega, esta Animales Fantásticos 2 remite obligatoriamente a la primera en todo momento. Es decir que si no la viste uno o dos días antes, más te vale hacerlo porque, al no haber novela sobre lo que se cuenta allí, seguir esta historia es bastante difícil.

Al comienzo del film, el famoso mago Gellert Grindelwald (Johnny Depp) se escapa al estilo Mission Impossible de la prisión de New York donde era retenido; y escapa hacia París, donde establece su base de operaciones. El deseo de Grindewalt es uno capaz de seducir a los oídos más sensibles: quiere que los magos ocupen su lugar natural en el mundo, con lo cual los humanos pasarían de especie dominante a meros espectadores, o quizá esclavos a la altura de los elfos domésticos. No cabe duda de que el discurso en el que se basa esta película es una analogía del fascismo en los tiempos que corren; con lo cual la ficción cobra otro nivel.