Un policía fue a un bar con su patrulla y volcó: tenía tres veces el nivel permitido de alcohol en sangre

A las redacciones de los canales de TV, al menos una vez por semana, llegan imágenes sobre los operativos de control de alcoholemia que realizan las policías, por ejemplo, de provincia de Buenos Aires y Ciudad. Las excusas que suelen dar los conductores ebrios suelen ser desopilantes. Un hombre, solo por mencionar algún caso, le aseguró al agente que “era agente secreto de la AFI (sic)” y que por eso “no se pueden llevar mi vehículo ni les puedo dar mi DNI”. Otro, cuya concentración de alcohol superaba el gramo, aseguró: “salí de comer un asado con ensalada y la ensalada tenía vinagre”.

Son más del 10% los conductores irresponsables que poner el riesgo la vida de los demás y la propia por salir a conducir después de haber bebido más de lo permitido. Pero ¿quién controla el nivel de alcohol en sangre que tienen los policías que patrullan las calles?

Si se hiciera, quizás las autoridades se llevarían una ingrata sorpresa. Aquí va tan solo una muestra. Y para muestra, dicen las abuelas, solo hace falta un botón.

Sábado 1º de diciembre, 05:20 de la madrugada. A esa hora, la subcomisaría de Camet, en Mar del Plata, recibió una comunicación urgente.

A la altura del kilómetro 382 de la Autovía 2, “volcó un móvil policial”. La chapa alfanumérica que observaron los ocasionales testigos que circulaban por la ruta mano hacia “La Feliz” era “OLY 859”.

El número de la patrulla no se observaba ya que el auto oficial estaba patas, o ruedas para arriba.

Más tarde se corroboraría que “la unidad patrullera volcada en zanja” pertenecía “al Destacamento Seguridad Vivorata” –según el parte oficial-.

Los tres llamados que se realizaron al 911 alertando de la situación coincidían. El único ocupante del patrullero, que estaba uniformado, parecía estar bien, aunque algo mareado.

Poco después, los médicos comprobarían que el oficial Lucio Larrea, Legajo 417.130,  presentaba “golpes varios sin revestir gravedad“.

Como es rutina cada vez que un patrullero sufre un accidente, se siguió el estricto protocolo. Resguardar el lugar hasta la llegada de los policías instructores, en este caso, numerarios del Destacamento Vial Camet.

Una vez que los profesionales le recomendaron al oficial Larrea tomar calmantes para el dolor y colocar hielo sobre los hematomas, sus pares de la Vial terminaron la tarea: le hicieron soplar la “pipeta” para corroborar su nivel de alcohol en sangre.

El policía, como si fuese uno de los tantos ciudadanos sorprendidos a la salida de los boliches de la avenida Juan B. Justo y Honduras, en Palermo, protestó cuando por segunda vez sus colegas le intimaron a que soplase “de manera continua y sin cortar”.

El resultado: 1,26 gramos de alcohol en sangre.

Para un policía, como para cualquier profesional al volante, el nivel de alcohol debe de ser 0 (cero).

Sin embargo, no conforme con esto, el oficial Larrea siguió protestando. Por esa razón se le realizó una segunda prueba a los veinte minutos, esto es, a las 07:00 según quedó impreso en el segundo talón. ¿El valor? 1,23 gramos por litro.

Para los instructores del sumario que se abrió en la Dirección General de Asuntos Internos, a cargo de Guillermo Berra y que depende del Ministerio de Seguridad bonaerense, no existen dudas que cuando volcó al tomar de manera imprudente una curva, su nivel de alcohol era más alto que lo registrado en los dosajes ya que la primera medición se realizó a la 06:40. Es decir más de una hora después de la primera llamada al 911.

Se estima que el alcohol en sangre –dependiendo del metabolismo de cada persona- disminuye 0,5 g/L cada sesenta minutos.

Asumida las consecuencias que tendría el hecho de manejar con varias copas encima, el oficial Larrea le contó a la instrucción que salía de “jugar al pool con amigos”. Que había ido a un club nocturno después de su día laboral y que cuando volcó con la patrulla “me dirigía a mi casa”.

Casi de inmediato Larrea fue informado de que fue desafectado de sus tareas y que sería llamado para un nuevo interrogatorio ante la delegación que la DGAI tiene en Mar del Plata.

Los detectives de Asuntos Internos, que ya fueron amenazados de muerte por otros graves casos de corrupción en la costa, quieren saber quién lo autorizó a ir al boliche en el patrullero. Si es verdad que se dirigía a su domicilio ¿por qué lo hacía en el auto patrulla que debería estar en el Destacamento Seguridad Vivorata, para brindar protección a los vecinos? Y ¿por qué estaba solo en el auto, cuando es por reglamento que deben ir al menos dos uniformados por patrulla?

Como se ve, detrás de los chops de cerveza, hay varias irregularidades más. Y todas tienen un factor común: la desprotección ciudadana.