Una ordenanza municipal legalizó la matanza de perros en Puerto Deseado

Perros

Es la número 6933/18 y fue recientemente aprobada por unanimidad por el Concejo Deliberante. Propone la matanza de perros como método de control poblacional.

La desesperación se apoderó de los vecinos y proteccionistas de Puerto Deseado (Santa Cruz) tras la sanción de la ordenanza municipal 6933/18 que autoriza el sacrificio de los animales urbanos que viven en las calles de esa ciudad petrolera.

La razón que dieron las autoridades firmantes es “la elevada tasa de animales en las calle”, situación a la que no se habría llegado si existiera campaña de esterilización masiva, pública y gratuita. Este municipio santacruceño tampoco cuenta con refugios para perros y los que existen son sostenidos por proteccionistas y voluntarios.

La nueva ley municipal lleva las firmas de Juan Raúl Martínez —presidente del Concejo Deliberante de Puerto Deseado— y de Constanza Patek Cittanti —secretaria general del organismo—, y arranca con un visto que asegura: “La problemática de perros sueltos en la vía pública se ha vuelto una situación crítica imprescindible a solucionar; apelando a la conciencia de la tenencia responsable de los mismos como así el abordaje y regulación de perros domésticos”.

Además, entre sus considerandos determina que “es función del Estado solucionar el problema de la proliferación de perros domésticos que conlleva a situaciones de riesgo para la población por mordeduras y contagio de enfermedades zoonóticas”.

La ordenanza de 13 páginas también se refiere a los perros que “impiden la libre circulación”, a los que por buscar alimentos en las calles “provocan roturas de bolsas de residuos generando contaminación ambiental” y sostiene como una necesidad “regular la tenencia de perros potencialmente peligroso” como método preventivo.

Respecto al abandono de perros, consecuencia que esta norma podría acrecentar, dice: “Alimenta la conformación de jaurías de cimarrones o asilvestrados” que atacan al “ganado” generando “perjuicio económico”.

Lo que más asusta de este texto es la implementación de chips, la distinción entre perro callejero, cimarrón, domésticos, vagabundo y abandonado; y un extraño concepto que trataría como sinónimos al sacrificio y la eutanasia.