Utilizan los carozos de durazno para generar energía y ahorran un 25% de gas

Una conservera mendocina, el INTI y una empresa de maquinarias industriales adaptaron equipos para utilizar este residuo como biomasa.

En la conservera Angiord reciclan el vidrio, papel, cartón y hojalata, pero debían arrojar los carozos de durazno y damasco en un vertedero. Esto, hasta que en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la empresa TekMaq desarrollaron equipos con los que utilizan este residuo orgánico como combustible para generar vapor. De este modo, han logrado un ahorro de 25% en los metros cúbicos de gas que consumen en todo el año.

Raúl Giordano, directivo de Angiord, comentó que, para la tesis de un master en Energías Renovables que cursó en España, se enfocó en la posibilidad de utilizar los carozos de durazno como biomasa y llevó muestras al INTI para que evaluaran su poder calórico. Asimismo, la empresa mendocina TekMaq adaptó equipos que funcionaban con cáscara de nuez, para que se alimenten con los carozos triturados.

La energía calórica que generan les permite elaborar salsas y mermeladas durante el invierno, cuando el gas es más caro, y de este modo se aseguran de no sufrir cortes en el suministro.

Si bien la producción más fuerte de las conserveras se da en el verano, la empresa ahorra, con la autogeneración, un 25% de los metros cúbicos de gas anuales, aunque estiman que el porcentaje en dinero debe ser mayor. De ahí que anticipan que amortizarán la inversión en unos 18 a 24 meses.

Giordano resaltó que la combustión es casi perfecta, por lo que no se genera humo, y las cenizas, que no superan el 3%, son destinadas a neutralizar las aguas residuales.
El INTI realizó el estudio de prefactibilidad y caracterización energética de las muestras de carozos de duraznos y damascos, y determinó que se trata de materiales que permiten una rápida adaptación a su uso como combustible, por su gran homogeneidad y estabilidad.

“Hoy más que nunca se está empezando a estudiar el aprovechamiento de algunas corrientes de residuos con gran potencial para ser valorizados. Tenemos muchas consultas de empresas que ya no ven estos residuos como un desperdicio, sino que los consideran como una materia prima o insumo para algún otro proceso de valorización. Este proyecto va a ser un disparador para otras empresas de la región”, expresó la ingeniera Natalia Vanin, de INTI- Mendoza.

Por su parte, TekMaq, que comercializa equipos que utilizan diferentes biomasas para generar energía térmica o eléctrica, fabricó el quemador y adaptó la caldera para que se pueda utilizar el carozo de durazno, ya que no existía tecnología específica para este residuo.

Este tipo de sistemas posibilita no sólo el ahorro energético, sino que también disminuye el impacto ambiental negativo de la actividad agroindustrial, ya que, por un lado, se reduce la emisión de dióxido de carbono neto y, por otro, se reutiliza un desperdicio que pasa a ser un insumo del proceso.

“En relación al estudio de factibilidad económica, en la práctica se obtuvieron mejores resultados de lo que se había establecido en un principio”, comentó el ingeniero Martín Reynoso de INTI- Mendoza. El proyecto se desarrolló con financiamiento de la línea de Producción más Limpia, del Fondo Tecnológico Argentino (Fontar).