Estudios científicos abren un debate: ¿alimentos orgánicos sí o no?

Investigadores franceses hallaron que reduce ciertos cánceres, pero otros sondeos no muestran diferencias con los comestibles tradicionales.

El consumo de alimentos de origen orgánico ha venido creciendo de manera sostenida: sólo en el 2018 creció un 12% en todo el mundorespecto del año anterior y en los Estados Unido movió 45,2 mil millones de dólares. En ese contexto, la Argentina se ubica en segundo lugar en el ránking de países exportadores de alimentos orgánicos (detrás de Australia) y tiene 3,1 millones de hectáreas de producción.

A nivel interno, los últimos meses han sido testigos de la proliferación de pequeños y medianos productores que se le animaron a internet y a las redes sociales para captar clientes a los cuales les hacen llegar sus canastos orgánicos semana a semana. En general se trata de frutas, vegetales, hortalizas, miel, huevos, que se venden un poco más caros que los no orgánicos pero que prometen ser más saludables, más naturales y menos tóxicos. ¿Quién no se tienta, si puede pagarlos? El punto es cuánto esperar de un tomate cultivado en una chacra, sin agregado de pesticidas ni sustancias agrotóxicas artificiales.

¿Son los huevos, la leche o el pollo orgánicos más alimenticios, obviando el hecho de que los animales no hayan recibido antibióticos ni químicos? Por ahora, la divergencia de opiniones y de resultados domina el ámbito científico. Por el sí. Una investigación hecha durante cinco años en Francia sobre 68.946 personas adultas, con una edad promedio de 44 años y en su mayoría mujeres (el 78% de los participantes de la muestra), dio como resultado que los consumidores más consecuentes de alimentos orgánicos tenían un 25% menos cánceres que aquellas personas que nunca habían ingerido este tipo de alimentos.

Particularmente, quienes se alimentaban más frecuentemente con carnes y lácteos de origen orgánico tenían una mucho menor incidencia de linfomas y una “reducción significativa” en la aparición de cánceres de mama postmenopáusicos. “No esperábamos hallar una reducción –dijo sorprendida Julia Baudry, investigadora del Centro de Investigación en Estadísticas y Epidemiología del Instituto Nacional Francés de Investigación Médica y Sanitaria-. Pero la magnitud de la disminución es importante”. Sin embargo, aclaró que “el estudio no prueba que una dieta basada en alimentos orgánicos sea la causa de la reducción del cáncer, sino que sugiere la posibilidad de que una dieta orgánica contribuya a bajar el riesgo de tener tumores”.

Los resultados de la investigación fueron publicados en la prestigiosa JAMA Internal Medicine y estuvo acompañada por otro artículo científico escrito por nutricionistas de la Universidad de Harvard (Estados Unidos). En él, se le critica a los franceses no haber medido los niveles de residuos de pesticidas presentes en las personas que participaron del estudio. “Desde un punto de vista práctico, los resultados son aún preliminares y no son suficientes como para cambiar las recomendaciones dietarias relacionadas con la prevención del cáncer”, escribió Frank Hu, uno de los autores del comentario, y jefe del departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard. Para Hu, lo realmente importante es que las personas coman más frutas y vegetales, sean éstas orgánicas o no. Las disidencias son comprensibles si se tiene en cuenta que los estudios sobre los beneficios de los alimentos orgánicos sobre la salud están muy lejos de ser concluyentes. En general han sido muy pequeños, muy dispersos, sin seguimientos de las personas estudiadas y con poca consideración en cuanto a la multiplicidad de variables cotidianas de quienes consumen orgánicos de manera regular.

Las dudas. El único sondeo de gran escala que se había hecho hasta ahora había sido uno británico, dado a conocer en el 2014. Se trató de una investigación de diez años hecho sobre más de medio millón de mujeres y los resultados no fueron particularmente alentadores. En esa oportunidad, y a diferencia de lo ocurrido con el sondeo francés del año pasado, los especialistas hallaron que quienes consumían alimentos orgánicos poseían el mismo riesgo de tener un cáncer que aquellas mujeres que nunca los habían comido.

Más detalladamente: si la investigación detectó una significativa reducción del riesgo de padecer de linfoma non-Hodking entre las mujeres que confesaron comer siempre o muy frecuentemente alimentos orgánicos, también se topó con que hubo una proporción mayor de incidencia de cáncer de mamas entre esa misma población, y ninguna disminución en el riesgo general de tener tumores. En aquél momento, los autores de éste que se conoció como “el estudio del millón de mujeres” explicaron que las personas más saludables y con mayores niveles educativos eran las más proclives a comprar alimentos orgánicos, y eran ellas mismas las que tenían más factores de riesgo que podrían llegar a aumentar el peligro de tener tumores, como por ejemplo consumir más cantidad de alcohol. En el año 2012 una investigación hecha en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) ya había encendido la mecha cuando anunció, lisa y llanamente, que los alimentos orgánicos “no tienen beneficios nutricionales” extra.

Para sumarle a la polémica, un megaestudio hecho entre la Universidad de Ohio y la Escuela de Salud Pública de Boston (entre otros) acaba de informar que el consumo frecuente de leche, huevos y carnes orgánicos “están inversamente relacionados con la diabetes en adultos”. Volviendo al estudio francés, las participantes proveyeron a los científicos información detallada acerca de cuán frecuentemente habían consumido 16 tipos diferentes de alimentos, incluyendo frutas, vegetables, lácteos, productos de soja, carne, pescado, huevos, granos, legumbres, panes, cereales, aceites y condimentos, vino, cafés y tés, galletitas, chocolates y azúcar, harina e incluso suplementos dietarios. Cada participante entregó un informe de 24 horas, incluyendo tamaño de las porciones, durante dos semanas. Esta información fue mucho más detallada que la obtenida en el estudio británico del 2012, en el que los participantes sólo respondieron a una pregunta referida a cuán seguido solían consumir productos orgánicos. Los franceses, además, proveyeron una cantidad de información personal, teniendo en cuenta que en general quienes consumen orgánicos suelen tener ingresos económicos más altos, hacer más ejercicio, cuidarse más en las comidas y, entre otras variables, haber tenido más cantidad de años de educación formal.

Una vez que los científicos tomaron en cuenta todas estas cuestiones, los resultados arrojaron que los consumidores más frecuentes de alimentos orgánicos tenían un 76% menos de linfomas, con un 86% menos de linfomas non-Hodgkin y una reducción del 34% en tumores de mamas postmenopáusicos.La reducción en el campo de los linfomas no fue lo que más sorprendió a los autores del estudio, porque ya había sondeos epidemiológicos que mostraban una mayor incidencia de algunos de estos cánceres entre personas que trabajan en los campos y están expuestos a ciertos pesticidas y herbicidas. Los que hoy por hoy están clasificados como probables carcinogénicos en seres humanos por la International Agency for Research on Cancer (Agencia Internacionala para la Investigación del Cáncer, de la OMS) son por ejemplo el malatión, el diazinón y el glifosato. Y es que aunque la discusión acerca de si los orgánicos tienen más sustancias saludables que los no orgánicos está en pleno debate, lo que sí comprueban diversos estudios (aunque no todos coincidan entre sí) es que lo importante de los orgánicos no es lo que aportan si no lo que evitan que las personas ingieran: pesticidas, herbicidas, antibióticos (ver Recuadro).

Pero ¿qué sucede con los nutrientes mismos de los alimentos? ¿Son más potentes o abundantes en los orgánicos? La respuesta tiende más a un ni que a una afirmación o a una negación concluyentes. “Aún cuando hay evidencia creciente acerca de los beneficios de la agricultura orgánica en lo vinculado con la biodiversidad y la sustentabilidad ambiental -advierte un muy nuevo estudio noruego-, aún hay controversia científica en lo eferencia a si los métodos de producción orgánica dan como resultado alimentos de mayor calidad y seguridad, y si esto redunda en ganancias para la salud humana”.

Naturales vs. químicos. Las investigaciones indican que la exposición a pesticidas está relacionada con toda clase de enfermedades y condiciones, desde enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson hasta distintos tipos de cáncer”, explica la investigadora especialista en biología celular y molecular de la Universidad de Hawaii Christie Wilcox. Sin embargo, advierte que “los pesticidas orgánicos también plantean riesgos para la salud. Hay estudios que muestran que el sulfato de cobre, las piretrinas y la rotenona (ambas sustancias naturales con propiedades insecticidas) pueden ser detectados en plantas luego de la cosecha y en cantidades superiores a lo que se considera seguro. Un estudio efectuado en Texas, por ejemplo, halló que la exposición a la rotenona se correlaciona con un mayor riesgo de sufrir de enfermedad de Parkinson. Y la agencia de alimentos y drogas de los Estados Unidos (la FDA) ha advertido que la exposición crónica al sulfato de cobre puede derivar en anemia y enfermedad hepática. “Entonces -pregunta Wilcox-, ¿por qué seguimos creyendo que los orgánicos tienen menos residuos de pesticidas? Porque poseen una cantidad inferior de residuos provenientes de pesticidas sintéticos”.