Alcoholemia: Ranking de las ciudades más estrictas en la provincia

Radio EME realizó un relevamiento junto a todos sus corresponsales de la provincia. Los principales datos recabados permiten identificar a las ciudades donde no conviene arriesgarse a beber y conducir.

Sin lugar a dudas uno tiene la sensación de que cuanto más pequeño es el poblado, más fácil es cometer infracciones de tránsito y no recibir sanciones a menos que uno tenga un accidente. Por el contrario en el colectivo imaginario está la vinculación de las ciudades grandes con una fuerte “sensación de control”, que nos marca el temor de conducir sin estar en condiciones porque “hay altas probabilidades de que nos pare un control.

En el tránsito la “sensación de control” muchas veces es más importante que el propio control. El temor a pagar multas de muchos miles de pesos o de que terminemos con el vehículo en el corralón desalienta a cometer actos imprudentes. Este es el caso de los controles de alcoholemia.

Sin dudas las ciudades con mayor “sensación de control” son Rosario y Santa Fe. Uno sabe que cayendo a un control de tránsito luego de una celebración no habrá escapatoria y esto también si le sumamos que comenzó a aplicarse desde hace ya un tiempo, los controles de narcolemia.

La ciudad capital de Santa Fe fue pionera en implementar el control de narcolemia en la provincia. Si bien los controles se realizan en la zona centro y a la salida de los boliches, los resultados son muy buenos.

En Rosario se realizan estrictos controles no solo de alcoholemia sino también de narcolemia. El rosarino ya sabe de las consecuencias de estos controles y toma en mayoría los recaudos necesarios para no conducir si va o vuelve de lugares donde consumió o va a consumir el alcohol necesario que luego le dará positivo ante un control en la vía pública.

Los controles son más estrictos entre jueves y domingos o días previos a un feriado. Durante ese periodo se realizan semanalmente un promedio de 500 controles de los cuales generalmente unos 50 son positivos, el porcentaje más alto es de alcoholemia y en menor medida resultan positivos los de narcolemia.

Pero pese a ser las ciudades que más controlan no son las más estrictas en la normativa y solo se aplica con los márgenes de la Ley Nacional de Tránsito.

Por el contrario la ciudad de Reconquista es la más estricta en los papeles. Reconquista, ya desde hace algunos años, aplica la “Tolerancia 0” de alcohol al volante.

Reconquista concentra la movida nocturna más importante de todo el norte santafesino y a sus boliches llegan jóvenes y adolescentes de toda la región. La sensación de control también es importante ya que, por ejemplo, no se puede cruzar entre las ciudades de Reconquista y Avellaneda sin pasar por un control de tránsito.

Esta rigurosidad ayudó a disminuir la cantidad de víctimas fatales los fines de semana pero aún hay mucho por hacer.

El resto de las localidades del Departamento General Obligado se rigen por la Ley Nacional de Tránsito que tiene una tolerancia de 0,2 g/l para conductores de motos y 0,5 g/l para conductores de autos. Para choferes profesionales sí rige la tolerancia cero.

Otra de las localidades que busca generar esta “sensación de control” es la localidad de San Justo. Allí desde hace tiempo se viene trabajando en los controles de alcoholemia pero están reducidos, casi exclusivamente, a los fines de semana.

San Justo es una ciudad privilegiada, cuentan con un Escuadrón de Seguridad Vial permanente de Gendarmería Nacional, entonces el trabajo con el municipio es mancomunado.

Las autoridades de la ciudad aseguran que están teniendo resultados positivos y se nota la disminución del consumo de alcohol entre los que tienen que conducir.

El resto de las localidades de la provincia tienen una situación bastante más “light” respecto de los controles y la “sensación de control” es casi nula. Esto significa que si uno va a beber “lo más probable” es que pueda llegar a destino sin ningún obstáculo de las autoridades de tránsito. Además la ausencia de legislación estricta y solo la adhesión a la Ley Nacional de Tránsito genera que la impresión de los conductores sea de que “no hay controles” o que solo los que no tienen suerte caen en uno de ellos.