El Cónclave 2025 llegó a su desenlace este jueves con la esperada fumata blanca que señala la elección de un nuevo Papa. Después de cinco votaciones —cuatro de las cuales concluyeron sin acuerdo y con humo negro— los 133 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina definieron al sucesor de Francisco, fallecido semanas atrás.
Pasadas las 19 horas en Roma, el característico humo blanco asomó desde la chimenea del Vaticano y desató la emoción entre los fieles congregados en la Plaza San Pedro. Sin embargo, el nombre del nuevo líder de la Iglesia aún no ha sido revelado: se deben cumplir varios pasos formales antes de su presentación.
El proceso continúa con una pregunta clave: el cardenal decano consulta al elegido si acepta el cargo y qué nombre pontificio desea adoptar. Si responde afirmativamente, el maestro de ceremonias redacta el acta oficial con testigos presentes.
A continuación, si el nuevo Papa ya es obispo —como suele suceder— su pontificado comienza en ese preciso instante. Luego recibe la obediencia de sus colegas y se traslada a la llamada “Sala de las Lágrimas”, donde se viste por primera vez con las ropas papales.
Finalmente, acompañado por la Guardia Suiza, el Papa se encamina a la Loggia de las Bendiciones, el emblemático balcón de la Basílica de San Pedro. Desde allí, el cardenal protodiácono pronunciará la frase más esperada por millones de católicos en todo el planeta: “Habemus Papam”, seguido por la primera bendición del flamante Pontífice.
El mundo católico, expectante, aguarda ahora la revelación del nuevo rostro que conducirá los destinos espirituales de más de 1.300 millones de fieles. ¿Quién será el próximo Papa? La respuesta, en cuestión de horas.
