Objetos cotidianos e indispensables de autores no tan conocidos

Te presentamos algunos objetos indispensables y universales, que facilitan nuestra vida.

Cuando pensamos en grandes inventos, nos vienen a la cabeza la computadora o el celular. Pero no solemos prestar atención a logros más pequeños y más cotidianos, que han resuelto problemas con un diseño tan acertado que resultan casi invisibles. Como el clip, o los broches de la ropa, o los ladrillos de LEGO…

LA FREGONA O MOPA

La fregona es un invento de 1956 del ingeniero español Manuel Jalón Corominas. Al principio las fabricaba de forma artesanal, hasta que en 1958 le llegó un pedido de 100 y fundó Manufacturas Rodex para sistematizar la producción.

Este ejemplar del primer modelo de fregona se subastó por 500 euros hace tres años.

EL CLIP

Aunque no está claro quién lo inventó, el noruego Johann Vaaler, patentó en 1899 un diseño muy parecido al clip gema, aunque rectangular. Además, el clip se convirtió en símbolo de resistencia durante la ocupación nazi de Noruega, como recuerda James Ward en Adventures in Stationery. No porque Vaaler fuera noruego, sino porque era un signo sutil de unión ante las fuerzas de ocupación.

Antes de la aparición del clip, unir papeles era más engorroso: se cosían, se ataban con cintas o se unían con agujas. La de Vaaler no fue la única patente de clips que apareció a finales del XIX: muchas se presentaron tras la aparición de las primeras máquinas para doblar y cortar metal. También era la época en la que comenzaron a crecer la burocracia y las oficinas, como efecto secundario de la industrialización, escribe Ward. De hecho, fue entonces cuando también se inventaron las grapadoras y otro objeto presente en la exposición: los archivadores.

EL LÁPIZ

Faber Castell, fundada en 1761 es considerada la primera compañía fabricante de este producto. Aunque este dato tiene trampa: Friedrich Staedtler comenzó a fabricar lápices en la década de 1660. Sin embargo, debido a las restricciones legales de Nuremberg, no pudo constituir una empresa hasta 1835. El de Staedtler tampoco era el primer lápiz de la historia: aunque el origen no está claro, el invento ya se conocía en Europa un siglo antes.

En el lápiz ha habido innovaciones: al principio tenían forma de barra rectangular y más tarde se hicieron con forma de cilindro y de hexágono. Los primeros lápices de colores los fabricó el británico Thomas Beckwith en 1781. En 1858, Hymen L. Lipman, de Filadelfia, patentó su lápiz con goma de borrar. El portaminas llegaría en 1915, inventado por el japonés Tokuji Hayakawa.

EL CIERRE

El cierre ofrecía una alternativa más rápida y segura a los botones. Aunque hay patentes a partir de 1859, fue Gideon Sundbäck quien dio con un sistema comercializable universal a principios del siglo XX. Este es un ejemplo de cómo los nuevos inventos no necesariamente desplazan a los anteriores, incluso aunque sea su intención: puede que fuera más rápido abrocharse una camisa si tuviera cierre en lugar de botones, pero también resultarían menos elegantes. Y es más fácil disimular un botón descosido que todo cierre roto. Algo parecido ocurrió con el velcro, inventado a mediados del siglo XX por el ingeniero suizo George de Mestral. Se hizo su hueco en el mercado sin sustituir ni a botones ni a cierres.

Patente del presentada por Gideon Sundbäck en 1917

EL PLÁSTICO CON BURBUJAS

El plástico de burbujas o plástico alveolar sirve para embalar artículos frágiles y, una vez desembalados, para jugar a reventar las burbujas. Esta invención evitó tirar kilos de papel y cartón a la basura. Lo crearon los ingenieros Alfred Fielding y Marc Chavannes en 1957 en Estados Unidos, aunque en realidad pensaban en crear un papel pintado plástico que se pudiera limpiar fácilmente. Durante los primeros años de comercialización, también se intentó vender este plástico como colchón.

LAS BANDITAS O “CURITAS”

Josephine Frances Knight se cortaba a menudo mientras cocinaba en su casa de Nueva Jersey. Su marido, Earle Dickson, llegó a dejarle preparado un rollo de esparadrapo con cuadraditos de gasas adheridas. Dickson también trabajaba en Johnson & Johnson, por lo que decidió proponer el invento a sus jefes. Por muy útiles que todos estos objetos nos parezcan ahora, a algunos les costó hacerse un hueco: las banditas salieron a la venta en 1921 y fueron un fracaso. Al menos hasta 1939, cuando la empresa envió millones a todas las agrupaciones de boy scouts de Estados Unidos.

EL BROCHE PARA LA ROPA

Aunque el primero en registrar el broche más parecido al actual fue el inventor estadounidense David Smith en 1853, entre 1852 y 1887 se presentaron más de 146 patentes diferentes de broches para la ropa, según recoge The New York Times. En 1887, Solon E. Moore mejoró el diseño de dos piezas de Smith al añadir la barra con muelle que une las dos piezas de madera. A mediados del siglo XX se comenzaron a construir también de plástico.