Epilepsia: derribando los mitos más frecuentes

La epilepsia es ua efermedad que suele despertar temores. Aquellos que la padecen no se sienten cómodos al contrario y el entorno suele preocuparse ante la posibilidad que ocurra una crisis. Pero esta patología es más frecuente de lo que se cree y, con un adecuado tratamiento, permite a los pacientes llevar una vida normal

Los mitos en torno a la epilepsia circulan desde épocas antiguas, cuando se creía que quien tenía una crisis estaba poseído. En la actualidad, esta enfermedad continúa despertando misticismo, discriminación y temores. Por ello, es importante conocer de qué se trata y saber cómo actuar ante ella en la vida cotidiana.

“Las crisis epilépticas son episodios en donde se altera la actividad eléctrica del cerebro, manifestándose por alteración en la conciencia o por aparición de sintomatología motora, sensitiva o conductual”, explica el Dr. Damián Consalvo (MN 80.223) médico neurólogo y Presidente de la Liga Argentina contra la Epilepsia.

Si bien pueden presentarse en cualquier momento de la vida, el profesional identifica tres picos de aparición frecuente:

• Menores: causada por malformaciones cerebrales, daño cerebral peri parto y/o genéticas.

• Adolescentes: a causa de diversos síndromes.

• Adultos mayores: por ser un sector de la población con mayores lesiones cerebrales que los predisponen a desarrollar epilepsia.

De acuerdo a estudios epidemiológicos realizados en países desarrollados, 5 a 10 de cada 1.000 personas padecen epilepsia activa. Además, se estima que un 10% de la población sufrirá alguna convulsión a lo largo de su vida, conocida como crisis sintomática aguda o crisis reactiva. Estas se dan como respuesta a lo que se conoce como “injuria aguda en el cerebro”, que se manifiesta con una convulsión.

“En la actualidad, la Liga Internacional Contra la Epilepsia determina que un paciente puede padecer epilepsia aunque haya experimentado un solo episodio. Esto se evalúa a partir de los estudios y la presentación clínica que identifican la predisposición del paciente a repetir la crisis y, de ser necesario, comenzar con un tratamiento”, explica el doctor Consalvo.

“Sin embargo, es importante destacar que puede producirse una crisis sintomática aguda sin tener epilepsia. Esto sucede cuando el cerebro responde con actividad eléctrica ante traumatismos de cráneo, ACV, picos de glucemia, bajas excesivas de sodio, entre otros factores, que se manifiestan con una convulsión y se pueden corregir al punto que no se repita”, destacó.

Las causas de la epilepsia son múltiples: desde un accidente cerebrovascular; enfermedades degenerativas como demencias, por ejemplo, mal de Alzheimer; lesiones cerebrales que ocurren durante o cerca del momento del nacimiento; trastornos congénitos del metabolismo; malformaciones vasculares; tóxicos (alcohol y otras drogas); hasta lesiones post traumáticas o lesiones pos infecciosas (secuela de meningitis bacteriana o encefalitis viral).

En cuanto a los síntomas de esta enfermedad, varían en cada paciente de acuerdo al área del cerebro afectada. Segundos antes a una crisis epiléptica, algunos pacientes experimentan lo que se conoce como aura epiléptica, un conjunto de sensaciones que puede ser útil al paciente para prepararse ante una crisis y evitar lesiones o caídas.