Hoy Santa Fe celebra el día de su santo patrono

Cada 30 de septiembre se celebra el día de San Jerónimo

Si bien no existen documentos que precisen la oportunidad y la fecha en que San Jerónimo fuera señalado santo patrono de Santa Fe; se presume que en actas perdidas del Cabildo puedan haberse consignado tales datos. No obstante, es muy probable que dicha elección para el patronazgo se haya realizado por sorteo, modalidad muy habitual en la época, donde se preparaban cédulas para que el azar decidiera a cuál santo encomendar la protección de la ciudad.

La primera noticia que se posee sobre la celebración, la registra el acta capitular del 16 de septiembre de 1590. Para esa fecha -en que la ciudad aún no poseía la Iglesia Mayor- los regidores acordaron hacer todas las cosas necesarias para regocijar la fiesta del patrono San Jerónimo.

Su existencia histórica.

Doctor de la Iglesia, nació en Stridón, en la región de Dalmacia (actualmente Croacia y Montenegro) en el año 342. Estudió en Roma y dominó a la perfección el latín, el griego, el hebreo y el arameo.

En Constantinopla estudió Sagradas Escrituras con San Gregorio Nacianeno para regresar luego a Roma donde formó parte del Concilio reunido por el papa San Dámaso.

Este lo nombró como su secretario y le encomendó que revisara la versión latina de los Evangelios y de los Salmos. Marchó a Oriente y se retiró a una cueva de Belén.

Fue entonces donde se dedicó de lleno a la traducción del Antiguo Testamento al latín. Esta traducción de la Santa Biblia al latín, conocida como “Vulgata” (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos.

Su actividad apologética se orientó a la defensa de la virginidad de María, la veneración de los mártires y las reliquias y el estado monástico.

Falleció el 30 de septiembre del año 420 y sus restos descansan en Santa María la Mayor en Roma.

La iconografía.

Existen dos fórmulas de representación de San Jerónimo. Una de ellas, la que pertenece a la colección del MHPSF lo muestra como un anacoreta, semidesnudo y cubierto por un manto rojo, contemplando la cruz y golpeándose el pecho con una piedra. Con una pluma en la mano o una piedra para golpearse el pecho. Una calavera en la tabla sobre la que escribía y en la que se apilaban los libros que leía. Y un león que custodiaba la cueva como manifestación de agradecimiento hacia el santo que lo había curado de una herida en una de sus patas. Si bien la pieza presenta faltantes especialmente de sus brazos, todo hace indicar que respetaba esta fórmula iconográfica. Baste la comparación con la imagen que se exhibe y venera en la Iglesia Matriz de Santa Fe de la Vera Cruz.