La mitad de las argentinas tendrá una infección urinaria a lo largo de su vida

Especialistas aseguran que provoca dolor, ardor y deseo de orinar frecuentemente. El mayor porcentaje de casos se da entre los 18 y los 39 años de edad.


La infección urinaria constituye uno de los problemas más frecuentes en nuestro país, potenciada por los largos periodos de restricciones del año pasado y la falta de controles con los profesionales. Algunos cuadros como dolor, ardor, y deseo de orinar frecuentemente pueden agravarse y volverse crónicos. Especialistas del Hospital de Clínicas hacen algunas recomendaciones para prevenir cuadros más graves como infección en los riñones, que provoca fiebre elevada, náuseas y vómitos.

“Habitualmente, los motivos de consulta suelen ser el ardor o el dolor al orinar, la sensación imperiosa y constante de orinar, orinar frecuentemente y en pequeñas cantidades o, al terminar de orinar, sentir que no se vació totalmente la vejiga. También son frecuentes el dolor abdominal o pelviano y la orina turbia, oscura, con olor fuerte o con sangre. Cuando la infección alcanza los riñones aparece el dolor de espalda, la fiebre elevada, y se pueden agregar náuseas y vómitos. En las mujeres, no es infrecuente la infección urinaria recurrente, que puede tener épocas de recrudecimiento con temporadas sin síntomas. Algunas personas tienen factores que los predisponen a contraer infecciones urinarias, como la litiasis, la hiperplasia prostática benigna, una sonda vesical, el haber recibido antibióticos por otras causas en los días previos y el antecedente de haber tenido cirugías urológicas. También, los niños que nacen con malformaciones del árbol urinario o los pacientes inmunocomprometidos”, explicó Florencia Fulco, de la División Urología del Hospital de Clínicas.

“El sistema urinario está conformado por un conjunto de órganos que se ocupan, primero, de depurar la sangre para eliminar sustancias tóxicas y, a continuación, de almacenar la orina hasta que llegue el momento socialmente correcto de expulsarla. Una infección urinaria es justamente una infección que puede afectar a cualquiera de esos órganos: los riñones, los uréteres, la vejiga o la uretra. De ellos, los más frecuentemente afectados son la uretra y la vejiga. El sistema genital está íntimamente relacionado con el sistema urinario ya que algunas estructuras son compartidas, y por eso, cuando los gérmenes afectan a otras estructuras como los testículos o la próstata también hablamos de infección urinaria”, añadió.

En ese sentido, la especialista aclaró: “Los gérmenes suelen ascender de manera retrógrada, es decir, desde el exterior a través de la uretra. La uretra femenina es más corta que la masculina (4 y 16 centímetros respectivamente) y además está más cerca del ano. Por esto es que las infecciones urinarias son más frecuentes en ellas. La otra vía de acceso al aparato urinario que tienen los gérmenes es desde la sangre. Este tipo de infecciones es más rara, suele ser más grave y aparece en pacientes con antecedentes médicos”.

“Del 4 al 10% de las embarazadas pueden presentar bacteriuria asintomática, es decir, la presencia de bacterias en la orina, pero sin los síntomas característicos de una infección, y si esa bacteriuria no es tratada, hasta el 60% desarrollará una infección urinaria baja o una pielonefritis, con todo el riesgo obstétrico que ello implica. Los pacientes diabéticos tienen 2 a 3 veces más riesgo de padecerlas que la población general. Más del 50% de las mujeres padecerá algún episodio de infección urinaria a lo largo de su vida. En algunas mujeres, las relaciones sexuales pueden desencadenar una infección, pero no es necesaria la actividad sexual para padecerla. También la menopausia es una etapa en la que las infecciones urinarias aparecen con mayor frecuencia debido a que la disminución del estrógeno disminuye el grosor y funcionamiento del epitelio de la vejiga y de la uretra”, precisó.

Según la especialista, los varones tienen dos picos de mayor incidencia: “Antes del año de vida, por las malformaciones del árbol urinario, y luego de los 50, por los problemas prostáticos. Las mujeres, en cambio, sufren más cantidad de infecciones entre los 18 y los 39 años, algo que está asociado al período de mayor actividad sexual. En mujeres, la tasa de recurrencia dentro de los primeros 6 meses de resuelta la infección es del 27% y un 2,7% sufrirá una segunda recurrencia”, dijo.

En tanto, en los varones de entre 18 y 65 años, la tasa de infecciones urinarias es menor al 1%. “Luego de esa edad, la incidencia se equipara en ambos sexos. Puede llegar al 30% y, en su mayoría, está asociada a problemas de la próstata. También es común que en esos cuadros se asocie una orquiepididimitis, que es la afección del testículo y el epidídimo por ese mismo germen. El 10-12% de los varones tendrán alguna infección urinaria a lo largo de su vida”, señaló.

Cómo tratar la infección urinaria

“El primer estudio que corresponde pedir ante la sospecha clínica de una infección urinaria es un análisis de orina o sedimento urinario que, en general, se informa en el momento y, además, un urocultivo, que suele demorar alrededor de 72 horas. La orina puede estar contaminada por defectos durante la toma de la muestra. Entonces el laboratorio realiza el recuento de unidades formadoras de colonias o UFC: cuando el valor de este recuento es inferior a 106 UFC no hablamos de infección sino de contaminación, y eso no merece tratamiento, pero cuando supera ese valor el diagnóstico está hecho. Otro dato importante de este análisis es el antibiograma. El laboratorio prueba varios antibióticos contra ese germen e informa cuáles son efectivos contra esa bacteria y cuáles no. Hoy en día esta información es muy importante, porque los gérmenes desarrollan cada vez más resistencia a los antimicrobianos. En algunos pacientes, dependiendo del cuadro clínico, además del análisis de orina, debemos solicitar otros estudios como, por ejemplo, una ecografía o análisis de sangre”, dice Fulco.

De acuerdo con la especialista, la bacteria responsable en el 75% de las infecciones urinarias es la Escherichia Coli, un tipo de germen habitualmente encontrado en el tracto gastrointestinal. A ella le siguen en orden de frecuencia las Klebsiellas (7,5%), los estafilococos (6%), otras enterobacterias (4,7%) o Proteous (4,7%).

“Ya con el sedimento urinario alterado se debe dar inicio al tratamiento empírico con un antibiótico. Empírico significa que se indica un antibiótico que cubre a los gérmenes que más frecuentemente generan estas infecciones. A las 72 horas, cuando el antibiograma indique la sensibilidad exacta de ese germen, se indicará seguir con el tratamiento ya iniciado o cambiar por otro antibiótico más adecuado. Dependiendo del germen, del estado del paciente y del tipo de infección urinaria, el antibiótico se puede administrar por boca o de manera endovenosa o intramuscular”, recomendó la profesional.

“Año a año, se detectan más bacterias uropatógenas resistentes a los antibióticos de uso habitual: por ejemplo, del 10 al 30% de las E. Coli son resistentes a las quinolonas (la ciprofloxacina es la más utilizada de ese grupo de antibióticos). Sin embargo, cuando una infección es tratada a tiempo y con el antibiótico adecuado, es raro que se produzcan complicaciones como el daño renal, el parto prematuro o la urosepsis, que es un cuadro más complejo porque las bacterias pasan a la sangre”, sostuvo.

Por último, Fulco concluyó: “Es posible adoptar algunas medidas para prevenir una infección urinaria. No garantizan que una persona no se enferme, por supuesto, pero podrían colaborar en la disminución de la aparición del problema. Entre las principales prevenciones, podemos mencionar algunos hábitos como beber abundante agua (ya que eso arrastra gérmenes), limpiarse los genitales de adelante hacia atrás y orinar luego de las relaciones sexuales. Los arándanos podrían fortalecer la inmunidad del árbol urinario. Si bien esto no está acabadamente confirmado por los estudios, tampoco tiene efectos colaterales”.

 

Fuente: TN/Con Bienestar