Luego del fallecimiento del papa Francisco este lunes, el Vaticano activa el tradicional protocolo que regula las exequias y la transición de poder en la Iglesia Católica. Según las normas establecidas por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, el entierro del pontífice debe realizarse entre el cuarto y el sexto día posterior a su muerte, tras una serie de homenajes litúrgicos y públicos.
Como establece el rito, el cuerpo de Jorge Bergoglio será expuesto para la veneración de los fieles en la Basílica de San Pedro, donde se realizará el velatorio. El funeral solemne será presidido por el decanato del Colegio Cardenalicio y congregará a miles de fieles, representantes de estados y líderes religiosos del mundo.
Aunque el entierro en las grutas vaticanas —donde descansan otros papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI— es lo habitual, Francisco había expresado en vida su deseo de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, uno de los templos más antiguos y significativos de Roma. Hasta el momento, esta voluntad no fue confirmada oficialmente.
Con su muerte, se inicia el período de sede vacante, durante el cual el camarlengo —actualmente el cardenal Kevin Farrell— asume la administración temporal de la Iglesia hasta la elección del nuevo pontífice en el próximo cónclave. Esta etapa está cargada de simbolismo y transición, y marca el fin de un papado que dejó huella en la historia contemporánea del catolicismo.





