Ángel Di María está de regreso en Rosario Central, el club que lo vio nacer futbolísticamente. Pero antes del “Canalla”, hubo otro lugar donde su talento comenzó a asomar: el Club El Torito, en Villa Gobernador Gálvez. Allí, con apenas seis años, el “Fideo” empezó a escribir su historia de zurda mágica.
Rubén Tomé, ex presidente, formador y eterno referente de El Torito, fue quien lo descubrió. En diálogo con EME Deportivo, recordó emocionado sus primeras impresiones:
«El flaco jugaba con chicos más grandes. Me lo mandaron solo a la cancha, con las medias caídas, la camiseta que le flameaba y tres pelotitas. Pero ya traía ese ángel interior y la pelota bajo el brazo. Es hermoso lo que mostró desde tan chico.»
A su vez, Tomé rememoró que, desde el primer día, Ángel se destacaba: “Tenía mucha picardía. Te picaba la pelota por encima del arquero, gambeteaba o metía un centro perfecto al segundo palo. Eso todavía lo conserva.”
Su llegada a Rosario Central fue apenas unos años después, cuando tenía poco más de nueve, pero en El Torito dejó huella. “Todos los chicos del club quieren ser como Angelito”, aseguró Tomé, orgulloso de haber acompañado los primeros pasos de quien luego fue campeón del mundo con la Selección Argentina.
Hoy, con una carrera llena de títulos y momentos imborrables, Di María vuelve al Gigante de Arroyito. Pero en Villa Gobernador Gálvez, en la canchita de tierra de El Torito, todavía lo recuerdan como “ese ángel diferente que siempre venía a demostrar”.








