Alejandra «La Locomotora» Oliveras murió este lunes a los 47 años en el Hospital Cullen de Santa Fe, tras permanecer internada 14 días en terapia intensiva a raíz de un accidente cerebrovascular. La exboxeadora, seis veces campeona mundial, fue una de las grandes figuras del deporte argentino y una referente social que dejó su huella en cada lugar donde estuvo.
Nacida en Jujuy y criada en Córdoba, Oliveras forjó su carácter desde la infancia en un contexto de pobreza y adversidad. Madre a los 15 años y víctima de violencia de género, encontró en el boxeo la fuerza para salir adelante y construir una carrera que la llevó a la cima mundial.
Su carisma y su historia de vida le permitieron trascender el ring. Con el tiempo, se convirtió en una figura cercana para miles de personas que veían en ella un ejemplo de superación. A través de charlas motivacionales, visitas a barrios humildes y su fuerte presencia en redes sociales, difundió siempre el mismo mensaje: «Nunca rendirse, aunque la vida golpee fuerte».
En los últimos años, su compromiso se volcó también al trabajo comunitario y a la política. Desde su gimnasio en Santo Tomé impulsó proyectos para mujeres y jóvenes de barrios vulnerables, convencida de que el deporte podía cambiar vidas. En 2025 había sido electa convencional constituyente en Santa Fe y proponía incluir el deporte como un derecho constitucional.
Su partida deja un profundo dolor en Santa Fe y en todo el país, pero también el legado de una mujer que supo levantarse después de cada golpe y que inspiró a miles con su historia de resiliencia. Su nombre quedará grabado en la memoria colectiva como el de una luchadora incansable dentro y fuera del ring.





