Kenya, la última elefanta que permanecía en cautiverio en Argentina, llegó este miércoles a su nuevo hogar: el Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), ubicado en el estado de Mato Grosso. El viaje por ruta duró cinco días y marcó el final de una etapa de encierro que se extendió por más de cuatro décadas.
La elefanta africana, de 44 años, vivió la mayor parte de su vida en soledad en un recinto del Ecoparque de Mendoza, antigua sede del zoológico provincial. Fue trasladada a la Argentina desde un zoológico alemán cuando tenía apenas cuatro años y, según información del santuario, fue catalogada durante años como “agresiva”, lo que limitó su interacción con otros animales.
El operativo de traslado comenzó hace siete años, con una preparación progresiva para que Kenya pudiera familiarizarse con las rutinas médicas y el contenedor de transporte. A lo largo de más de 3.600 kilómetros, la elefanta fue monitoreada en todo momento gracias a cámaras instaladas en el camión, lo que permitió a sus cuidadores seguir de cerca su comportamiento.
La travesía incluyó una parada clave en el Paso Internacional Puerto Iguazú–Foz de Iguaçu, donde debió descartarse el alimento proveniente de Argentina por normas sanitarias brasileñas. El equipo reabasteció el cargamento con frutas y verduras frescas para asegurar la alimentación de Kenya durante el resto del trayecto.
En el SEB, Kenya deberá atravesar una etapa de cuarentena y adaptación antes de compartir espacio con Pupy, otra elefanta africana que también llegó desde Argentina en abril, proveniente del Ecoparque porteño. Ambas convivirán separadas de los elefantes asiáticos del santuario, entre los que se encuentran Pocha y Guillermina, madre e hija oriundas de Mendoza, que llegaron en 2022.
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La historia de Kenya también está marcada por la ausencia: su compañero Tamy, elefante asiático de 55 años y padre de Guillermina, falleció a fines de junio mientras se encontraba en proceso de preparación para sumarse al santuario.
Un refugio en libertad para elefantes rescatados
Fundado en 2015, el Santuario de Elefantes de Brasil se extiende sobre más de 1.500 hectáreas de vegetación natural. Allí, elefantes que fueron víctimas de cautiverio en circos y zoológicos pueden vivir en libertad, sin alambrados eléctricos ni rejas, y compartir su hábitat con otras especies en un entorno controlado y libre de amenazas.
Con la llegada de Kenya, el santuario suma una nueva historia de rescate y esperanza para una especie que ha padecido durante décadas el confinamiento y el aislamiento.





