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«Las importaciones descontroladas y la falta de competitividad están dañando al sector» advierte el Presidente de la Fundación Pro Tejer

El presidente de la Fundación Proteger analizó los desafíos que enfrenta el sector textil nacional, marcado por la apertura de importaciones sin control y la caída del poder adquisitivo.

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La industria textil argentina está viviendo un momento difícil, marcado por caídas en las ventas, la producción, el empleo y las inversiones. En una entrevista exclusiva con Radio X, Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer, detalló los factores macroeconómicos que afectan al sector y subrayó la falta de condiciones adecuadas para el desarrollo de la actividad, especialmente por la apertura descontrolada de las importaciones.

Galfione explicó que la crisis del sector se debe principalmente a dos razones: la baja en el poder adquisitivo de la población y la apertura de importaciones sin ningún tipo de control. Según el dirigente, aunque la industria textil argentina tiene fábricas altamente productivas, la competitividad fuera de las fábricas es baja, lo que genera una competencia desleal con productos extranjeros, especialmente los provenientes de países como China.

«Producimos en una Argentina no competitiva», expresó Galfione. «A pesar de tener una infraestructura industrial moderna, enfrentamos problemas de competitividad sistémica, como la alta inflación, las tasas de interés disparadas y los elevados costos logísticos», detalló el presidente de la Fundación Proteger.

En cuanto a la producción local, Galfione destacó que la industria textil nacional abarca toda la cadena de valor, desde la producción de fibras hasta la confección de la indumentaria final. Con una presencia federal en 17 de las 24 provincias, el sector genera alrededor de 500.000 puestos de trabajo y está compuesto por más de 23.000 empresas. Sin embargo, los desafíos actuales ponen en riesgo el crecimiento del sector y su capacidad de competir en igualdad de condiciones.

La informalidad y los talleres clandestinos

Uno de los puntos más sensibles abordados por Galfione fue la informalidad laboral en el sector, que ha sido una problemática histórica. Aunque aseguró que casi no existen más talleres clandestinos en la actualidad, reconoció que la informalidad sigue presente, especialmente en la confección de indumentaria.

“Es importante diferenciar entre talleres informales y talleres clandestinos. Hoy en día, casi no existen talleres clandestinos, pero los talleres informales son una realidad en el sector. Estos existen debido a la dura competencia con mercados internacionales donde los costos laborales son muchísimo más bajos”, explicó.

Galfione también resaltó las asimetrías internacionales: «La competencia no es solo desleal, es absolutamente desigual. En muchos países, los trabajadores tienen jornadas laborales de 16 horas por 80 dólares, sin derechos laborales ni sindicatos», comentó, añadiendo que esta situación genera una competencia difícil de enfrentar para las empresas argentinas que deben cumplir con regulaciones laborales y ambientales estrictas.

El impacto de las importaciones y la caída de los aranceles

Uno de los temas que más preocupó a Galfione fue la reciente decisión de reducir los aranceles a las importaciones, lo que, según él, favorece la competencia desleal y afecta aún más a los productores locales.

“Con los aranceles bajos y sin controles, los productos importados llegan a Argentina a precios más bajos, lo que pone en una situación de inferioridad a la industria local. Esto se suma al hecho de que competimos en un mercado con un tipo de cambio atrasado y con impuestos internos elevados que encarecen la producción nacional», expresó.

A pesar de esta difícil situación, Galfione remarcó que la industria textil argentina es una de las más modernizadas y competitivas a nivel mundial. «Tenemos fábricas con tecnología de clase mundial, pero necesitamos condiciones de mercado más justas y un Estado que regule las asimetrías», concluyó.

Perspectivas para el futuro

El panorama sigue siendo complejo para el sector, pero Galfione confía en que, con una regulación adecuada, el sector textil argentino podría recuperar su competitividad y convertirse en un motor de desarrollo económico.

«Hoy, el desafío es aún mayor debido a la coyuntura económica. Pero estamos convencidos de que con las políticas correctas, la industria textil argentina puede seguir siendo una de las más fuertes y competitivas del mundo», concluyó.

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