La Gendarmería Nacional capturó en julio a Daniel Guategui, piloto de 71 años señalado como pieza fundamental en el plan de fuga en helicóptero del narcotraficante Esteban Lindor Alvarado. Guategui había estado prófugo durante siete años y fue localizado en una zona del Litoral argentino, cerca de pistas clandestinas que conocía desde hace décadas.
Desde 2018, el aviador estaba en la mira de las fuerzas federales, tras ser vinculado por la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) de Paraguay a una operación en la que se incautaron seis avionetas y 448 kilos de cocaína. Durante años se movió entre Paraguay y Argentina con identidades falsas y bajo bajo perfil público.
Según la investigación judicial liderada por los fiscales Cecilia Incardona y Diego Iglesias, Guategui fue esencial en la logística del intento de fuga: contactó a Andrés Donnet, piloto fumigador, para alquilar un hangar en la ruta 136 donde se ocultó el helicóptero Robinson 44 modificado para la operación.
Aunque no pilotearía la aeronave —función que correspondía a otro implicado apodado “Lobo”—, Guategui gestionó el hangar, facilitó el ocultamiento y conocía con exactitud la fecha del escape planeado. La maniobra buscaba extraer a Alvarado de la cárcel de Ezeiza en menos de 20 segundos, con destino a un campo en General Rodríguez.
El helicóptero fue ploteado y con matrícula falsa para despistar a las autoridades, pero el plan falló. El 10 de marzo de 2023, “Lobo” despegó desde Entre Ríos y aterrizó en un predio privado en Moreno sin llegar a sobrevolar la cárcel. Ese mismo día, se allanó la celda de Alvarado, se secuestró la aeronave y se detuvo a Donnet y a otro implicado, Gianluca Orpianesi.
La captura de Guategui cierra otro capítulo de esta compleja trama que combina narcotráfico, aviación clandestina y audaces intentos de fuga.





