La histórica banda de cumbia santafesina Los Palmeras atraviesa uno de sus momentos más delicados. Luego de meses de rumores, cruces y versiones enfrentadas, Marcos Camino habló públicamente sobre la salida de Rubén “Cacho” Deicas, su emblemático cantante, y desmintió haberlo apartado de manera unilateral.
En una entrevista con El Litoral, Camino aseguró que “nunca lo echaron” y que la situación de salud de Deicas, quien sufrió un ACV en diciembre de 2023, fue determinante. “La gente dice que yo lo eché, pero eso no es posible: los dos somos socios, cada uno tiene el 50% de la sociedad que maneja la marca Los Palmeras”, explicó.
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El conflicto salió a la luz cuando, a fines de junio, Deicas anunció su salida definitiva del grupo. En un comunicado en redes sociales, afirmó que le habían exigido condiciones que afectaban su recuperación y que, al negarse, recibió una carta documento firmada por Camino, pidiendo la disolución del vínculo laboral.
Camino respondió este martes con declaraciones filosas: “Nosotros no podíamos correr el riesgo de que Cacho se muriera en el escenario. Estaba muy delicado. Incluso tuvimos que hacer reuniones en planta baja porque no podía subir una escalera”, contó.
El músico también negó que Deicas haya sido maltratado o dejado en el abandono. “Cobró rigurosamente todos los shows hasta mayo. No es cierto que se le debía dinero o que lo dejamos tirado. Eso me duele, porque fuimos amigos durante muchos años”, señaló.
El quiebre, según Camino, se aceleró por una judicialización del conflicto. Asegura que fue el entorno de Deicas el que envió la primera carta documento, informando su diagnóstico médico y notificando que no podía retomar su rol en la banda.
Tras la salida de Cacho, la banda incorporó como nuevo cantante a Pablo López, exvocalista de Grupo Cali. En paralelo, la productora comenzó el proceso de disolución formal de la sociedad.
La historia suma un nuevo capítulo en una de las bandas más populares del país. De fondo, quedan los recuerdos de décadas compartidas, éxitos masivos y escenarios repletos. Pero también la tristeza de una separación que, por ahora, parece no tener retorno.
