Ámbar y Pilar, dos gemelas siamesas nacidas en abril pasado en Rosario, fueron separadas exitosamente por un equipo de especialistas del Hospital Garrahan. La intervención, de más de ocho horas, se realizó de manera programada ya que las pequeñas se encontraban estables. Compartían el hígado y parte del esternón, pero el resto de los órganos estaban independientes, lo que permitió un pronóstico favorable.
La mamá, Yamila, de 27 años, y el papá, Gonzalo, de 23, son de barrio Nuevo Alberdi, en la zona rural rosarina. Desde hace meses se encuentran en Buenos Aires acompañando la recuperación de sus hijas.
“Soy mamá de dos bellas guerreras y toda la gloria es para Dios”, comenzó Yamila en diálogo con EME. “En principio no podía quedar embarazada, por una cirugía que tuve en las caderas. Me dijeron que necesitaría tratamiento, pero yo soy muy creyente. Un día me enteré que estaba embarazada y no lo podía creer. Era un regalo del cielo”, agregó.
Recordó que en un principio esperaba trillizos, pero uno de los bebés dejó de desarrollarse a las pocas semanas y continuó el embarazo de las siamesas. “Cuando nos dijeron que estaban unidas fue un shock. Estaban pegadas en la panza y no sabíamos qué órganos compartían. Tenía miedo, pero también fe. Desde el minuto cero, siempre corrimos peligro las tres”, explicó.
Yamila también describió el momento del parto: “Fue una cesárea diferente. Las nenas tenían que nacer juntas. Yo sentía que mi corazón se partía de miedo y esperanza al mismo tiempo”.
Las niñas nacieron en el Hospital Argerich con un peso de 1.800 gramos cada una y fueron trasladadas al Garrahan. “El trabajo de los médicos fue increíble, y encima en medio de un conflicto laboral. Ellos no dejaron de cuidarnos. Gracias a todo el equipo, mis hijas hoy pueden tener una vida sana como cualquier niño”, expresó emocionada.
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Desde el servicio de Cirugía General del Garrahan explicaron que “son gemelas idénticas unidas por el abdomen, lo que se denomina onfalópagos. Se realizó la sección del puente que las unía y ahora podrán tener una vida normal y saludable”.
Además, destacaron que este tipo de intervenciones son poco frecuentes: se concretan entre uno y dos procedimientos cada cuatro años. El caso fue planificado con simulaciones previas y la participación de un equipo multidisciplinario integrado por cirujanos plásticos, neonatólogos y anestesiólogos.
“Estamos todos bien, gracias a Dios”, concluyó Yamila, conmovida por el nuevo comienzo de sus hijas.






