Tal como en los años 90, los hogares pagarán más que la industria en el verano y luego se compensará en el invierno. Con la resolución buscan reducir subsidios, promover contratos directos y volver a un esquema más competitivo.
La Secretaría de Energía comenzó a implementar cambios estructurales en la manera de facturar la electricidad, una medida que busca avanzar hacia la desregulación gradual del mercado eléctrico.
El nuevo esquema establecerá diferencias más marcadas entre los valores que pagan los hogares y los que deberán afrontar los grandes usuarios, como comercios e industrias.
Esto implicará que los usuarios residenciales abonen una energía más cara durante el verano que los industriales, aunque la situación se revertirá en el invierno.
Según explicaron, el objetivo, es que el precio medio anual que paguen ambos segmentos sea similar, pero con un comportamiento estacional distinto.
La diferencia se origina en el tipo de generadores a los que accede cada segmento. Los usuarios residenciales comprarán la energía —de manera indirecta— a generadores con precios constantes durante todo el año, como los productores de energía renovable y nuclear, cuyos contratos son de largo plazo y no dependen de los costos del gas.
Por el contrario, las industrias y comercios deberán adquirir su electricidad a generadores térmicos, que utilizan gas y otros combustibles líquidos. Como el gas resulta más barato en verano, debido a la menor demanda de calefacción, la generación térmica se abarata en esa estación, pero se encarece fuertemente en los meses fríos.
Desde la cartera energética señalaron que “El nuevo esquema de precios mayoristas busca proteger a los usuarios residenciales de los vaivenes del mercado energético. Por ejemplo, en invierno, cuando el costo de la energía aumenta significativamente, los hogares no verán variaciones abruptas en sus tarifas, mientras que los sectores productivos sí enfrentarán ajustes mayores”.
De acuerdo con la Resolución 434/25, que establece el nuevo régimen para el período comprendido entre el 1° de noviembre de 2025 y el 30 de abril de 2026, los usuarios residenciales pagarán un precio que oscilará entre $63.443 y $66.374 por MWh, mientras que los grandes usuarios, como las industrias, abonarán entre $47.940 y $49.496 por MWh.
Las nuevas resoluciones de Energía mantienen garantizado el abastecimiento para los hogares y otros usuarios prioritarios, pero obligan a los grandes consumidores a gestionar sus propios contratos de suministro.





