El Gran Premio de Las Vegas dejó a Franco Colapinto con más sinsabores que certezas. El piloto argentino finalizó 17.°, pero el resultado habló apenas de una parte de una carrera marcada desde el primer instante por un incidente que sentenció su destino. Un toque con Alexander Albon, de Williams, dañó el difusor de su monoplaza y alteró por completo la carga aerodinámica, afectando su estabilidad, su ritmo y cualquier aspiración de pelear posiciones.
En sus declaraciones posteriores —a las que accedió Noticias Argentinas—, Colapinto no ocultó la frustración ni el impacto técnico que tuvo la avería sobre el comportamiento del auto. Definió la experiencia como “frustrante”, detallando que la pérdida de grip hizo que el vehículo se volviera prácticamente “ingobernable”.
“El auto estaba muy inestable. El tren trasero no me permitía traccionar a la salida de las curvas ni frenar con seguridad”, explicó. Desde su perspectiva, el estado general del monoplaza fue directamente un “desastre” en términos de dinámica vehicular.
Si bien los datos del equipo reflejaban una pérdida de carga aerodinámica relevante, Colapinto aseguró que la sensación desde la cabina era todavía más dramática: “Más allá de los números, sentía una degradación mucho mayor. Fue una carrera sin aspectos positivos”.
Aun así, valoró haber podido completar la competencia en un contexto adverso, aunque admitió que la imposibilidad mecánica de ser competitivo le generó “bronca” y una profunda impotencia.
Críticas a la estrategia del equipo
La mala noche no se limitó a los daños. Colapinto también apuntó a ciertas decisiones estratégicas que, según él, no ayudaron a minimizar el impacto del incidente. Cuestionó la extensión excesiva del stint con neumáticos medios y el momento de la parada en boxes: “Se hizo demasiado temprano, especialmente cuando el duro venía funcionando mejor”.
La falta de balance fue una constante de principio a fin, dejando a la escudería ante la obligación de un análisis exhaustivo de datos para entender qué se puede rescatar —si es que algo— de un paso por Las Vegas que resultó demasiado costoso.
Con la próxima carrera en el horizonte, el desafío será doble: recuperarse del golpe técnico y devolverle a Colapinto un auto que le permita competir donde realmente quiere estar: en la mitad alta del pelotón.





