El nombre de Jeffrey Epstein volvió esta semana al centro de la escena internacional. El multimillonario estadounidense condenado por delitos sexuales contra menores, fallecido en prisión en 2019, reapareció en el debate público a partir de la difusión parcial de miles de documentos oficiales que el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) mantuvo bajo reserva durante años.
La reapertura del caso se produjo tras el inicio de la publicación de los llamados “archivos Epstein”, en cumplimiento de la Ley de Transparencia de los Archivos Epstein, aprobada por el Congreso y promulgada en noviembre por el presidente Donald Trump. Desde el 19 de diciembre de 2025, el DOJ comenzó a cargar en su sitio web más de 13.000 páginas y cientos de fotografías, aunque la difusión estuvo lejos de calmar las tensiones: gran parte del material aparece tachado, incompleto o directamente retirado horas después, lo que desató una fuerte polémica política y social.
Epstein, nacido en 1953, construyó una fortuna estimada en más de 500 millones de dólares y cultivó vínculos con figuras del más alto nivel del poder global: presidentes, miembros de la realeza, científicos y celebridades. En 2008 fue condenado en Florida por proxenetismo de menores, pero un acuerdo judicial altamente cuestionado le permitió cumplir apenas 13 meses de prisión con salidas diarias. En 2019 volvió a ser detenido en Nueva York, acusado de liderar durante dos décadas una red de tráfico sexual de adolescentes. Un mes después, apareció muerto en su celda del Metropolitan Correctional Center; la autopsia concluyó que se trató de un suicidio, aunque el episodio alimentó hasta hoy teorías conspirativas.
Los archivos difundidos incluyen expedientes del FBI, entrevistas, registros de vuelos del avión privado de Epstein —conocido como el “Lolita Express”—, material fotográfico, documentos financieros y agendas de contactos. Entre los datos más sensibles figuran números telefónicos de Bill Clinton, Donald Trump y el príncipe Andrés de Inglaterra, además de imágenes del financista junto a exmandatarios y personalidades influyentes. También se menciona un cheque por 22.500 dólares firmado por Trump en 2001, hallado entre las pertenencias de Epstein.
Sin embargo, el impacto no estuvo dado solo por el contenido, sino por lo que no se mostró. Miles de páginas aparecen con amplias censuras y otras fueron eliminadas tras su publicación inicial, incluso material que involucra al actual presidente estadounidense. Esto provocó acusaciones de “censura selectiva” y cuestionamientos al DOJ por incumplir el espíritu de la ley.
A pesar de que hasta ahora no surgieron nombres completamente desconocidos, la liberación parcial de los documentos reavivó el debate sobre el encubrimiento sistemático de los delitos de Epstein y la posible protección a cómplices que nunca fueron llevados ante la Justicia. Sobrevivientes como Virginia Giuffre y Maria Farmer reclamaron que se eliminen todas las tachaduras para identificar responsabilidades pendientes.
El Departamento de Justicia prometió nuevas entregas en las próximas semanas, pero el malestar ya se trasladó al Capitolio, donde legisladores de ambos partidos coinciden en que esta primera publicación resulta fragmentaria e insuficiente. A seis años de la muerte de Epstein, el caso vuelve a exponer las tensiones entre poder, justicia y transparencia, y deja abierta una pregunta que sigue sin respuesta: ¿quiénes más sabían y quiénes aún permanecen en las sombras?
