El conflicto entre Israel e Irán escaló este domingo a niveles alarmantes con un nuevo cruce de ataques que volvió a dejar víctimas civiles y una creciente preocupación internacional. Israel lanzó bombardeos sobre instalaciones nucleares en Teherán, mientras que Irán respondió con una oleada de misiles que impactaron en varias ciudades israelíes, provocando la muerte de una mujer y dejando al menos 93 heridos.
En un comunicado oficial, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron que su aviación ejecutó una “serie de ataques coordinados y de alta precisión” contra objetivos en la capital iraní. Según detallaron, los blancos incluyeron instalaciones vinculadas al desarrollo del programa nuclear —entre ellas, la sede del Ministerio de Defensa iraní, centros operativos del SPND (Organización de Innovación e Investigación Defensiva) y depósitos de combustible—.
Israel justificó la ofensiva alegando que el programa nuclear de Irán representa una “amenaza existencial” y que sus acciones responden a la necesidad de prevenir el desarrollo de armamento atómico por parte del régimen persa.
La reacción iraní no se hizo esperar. Durante la madrugada del domingo, Teherán lanzó su sexta ofensiva desde el inicio de la crisis. Misiles cayeron en distintos puntos del territorio israelí, especialmente en las regiones de Sefelá y Dan, incluyendo zonas pobladas cercanas a Tel Aviv y Jerusalén. Los ataques provocaron incendios, daños estructurales y el fallecimiento de una mujer de 60 años en el centro del país. El servicio de emergencias Magen David Adom informó que entre los heridos hay cinco personas en estado grave.
En las últimas 48 horas, el intercambio de fuego entre ambos países ha dejado un saldo devastador: cientos de heridos, múltiples muertos y una creciente tensión militar que amenaza con extenderse a toda la región. Irán asegura que responde a la “agresión israelí”, mientras que Israel insiste en su derecho a defenderse ante lo que considera un proyecto nuclear con fines bélicos.
Desde Naciones Unidas y distintas cancillerías occidentales expresaron preocupación por la posibilidad de una escalada regional sin precedentes, en un contexto ya marcado por conflictos abiertos en Gaza, Siria y Líbano. Mientras tanto, la diplomacia internacional intenta mediar a contrarreloj para evitar un enfrentamiento a gran escala entre dos potencias que mantienen una enemistad histórica.





