En Santa Fe hay al menos 400 basurales a cielo abierto activos, de los más de 5.000 que existen en todo el país, y 70 de ellos representan un riesgo hídrico o vial. Así lo indica un informe de la Cámara Argentina de Tratadores y Transportistas de Residuos Industriales y Especiales (Catries), basado en información del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de la provincia.
El 80% de la población santafesina, principalmente en Rosario y la capital provincial, dispone sus residuos en rellenos sanitarios habilitados. Sin embargo, en las localidades más pequeñas la falta de infraestructura y recursos económicos obliga a recurrir a terrenos clandestinos, lo que genera un pasivo ambiental y sanitario importante. Solo tres rellenos sanitarios están habilitados en la provincia, mientras que en Venado Tuerto se está llevando adelante un proceso de reconversión.
Claudia Kalinec, presidenta de Catries, calificó la situación como “una alarma nítida que refleja lo que ocurre en gran parte del país: demasiados basurales activos, poca infraestructura en municipios pequeños y un sistema de gestión que necesita actualización urgente”. Según la directiva, “no es un problema inevitable, sino de decisión e inversión”, y remarcó la necesidad de planificación regional, controles más efectivos, ampliación de capacidad y educación ambiental.
El Observatorio de Residuos, iniciativa de Catries junto a las universidades de Rosario y Buenos Aires, alertó que apenas el 4,07% de los 25 millones de toneladas de residuos industriales generadas a nivel nacional recibe tratamiento adecuado, muchos de los cuales terminan en basurales a cielo abierto. En Santa Fe, estos sitios reciben residuos domiciliarios, voluminosos, industriales e incluso peligrosos, generando lixiviados tóxicos, emisiones de metano y quemas que liberan dioxinas y furanos.
El Ministerio de Ambiente provincial trabaja actualmente en la priorización y clausura de los 70 basurales de mayor riesgo, mientras impulsa la migración de municipios hacia sistemas Girsu, con rellenos sanitarios o plantas de tratamiento compartidas. Venado Tuerto y Villa Ocampo son ejemplos de esta transición.
Para Kalinec, “el cierre de un basural es solo el comienzo; el éxito depende de consolidar un sistema estable, regional, con infraestructura compartida, tarifas accesibles y controles sostenidos. Santa Fe tiene la oportunidad de ser un modelo nacional si logra integrar su red de disposición final”.





