Un tren del Belgrano Cargas que atraviesa habitualmente la ciudad de Santa Fe descarriló cerca de la medianoche del sábado, provocando un fuerte estruendo que alertó a los vecinos de la zona. El hecho se produjo a la altura de las calles Vélez Sarsfield y Gorostiaga, donde al menos cinco vagones terminaron fuera de las vías y volcados.
El impacto fue inmediato. Primero, por el ruido del accidente; luego, por la imagen que quedó en el lugar, con vagones de gran porte recostados junto a los rieles. Como medida preventiva, el tránsito fue interrumpido en avenida Galicia, aunque horas más tarde pudo ser restablecido gracias a la intervención policial.
Según las primeras evaluaciones, el intenso caudal de agua caído durante toda la jornada del sábado habría sido un factor determinante en el siniestro. La saturación del suelo habría generado inestabilidad en la base que sostiene las vías, y el peso de la formación —compuesta por cerca de 70 vagones cargados con cereales— habría desencadenado el movimiento que terminó con el descarrilamiento.
A pesar de lo impactante del episodio, la noticia más relevante es que no se registraron personas lesionadas ni daños en viviendas o vehículos. Sin embargo, el operativo para normalizar la situación demandará tiempo y un importante despliegue técnico: los vagones involucrados, además de salirse de las vías, volcaron completamente, y se encuentran cargados, lo que obliga a planificar un procedimiento especial para levantarlos y recolocarlos antes de que la formación pueda retomar su recorrido.
Mientras se aguarda la llegada del equipo de Belgrano Cargas para iniciar las tareas de remoción, el episodio vuelve a poner en foco el impacto de las condiciones climáticas y la convivencia diaria entre el tránsito ferroviario y los barrios de la ciudad.





