En un contexto de máxima tensión internacional, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y su par estadounidense, Donald Trump, mantienen este domingo una cumbre privada en la residencia de Mar-a-Lago, en Palm Beach, con el objetivo de avanzar hacia un acuerdo que permita cerrar casi cuatro años de guerra en Europa del Este.
El encuentro se desarrolla mientras Ucrania vuelve a ser blanco de una intensa ofensiva rusa, con lanzamientos de misiles y drones que refuerzan el mensaje del Kremlin: la presión militar continúa pese a las negociaciones diplomáticas. En ese escenario, la reunión adquiere un carácter decisivo, ya que las partes aseguran haber alcanzado consensos en el 90% del plan de paz que se encuentra sobre la mesa.
Las conversaciones son el resultado de semanas de gestiones reservadas y de un proceso de depuración de propuestas que redujo un esquema inicial de 28 puntos a una plataforma de 20 ejes. Los temas más sensibles siguen siendo las posibles concesiones territoriales en la región del Donbás y el futuro de la central nuclear de Zaporiyia, una de las infraestructuras energéticas más estratégicas del conflicto.
Sobre este último punto, Zelensky plantea una administración conjunta entre Estados Unidos y Ucrania, con reparto de la producción eléctrica, como forma de garantizar seguridad y estabilidad. Antes de ingresar al encuentro, el mandatario ucraniano reconoció la complejidad del momento y sostuvo que cada diálogo debe acercar el resultado deseado, aun cuando no sea inmediato.
Del lado estadounidense, la presencia de Trump marca un giro significativo. El presidente decidió interrumpir su descanso de fin de año para recibir a Zelensky, dejando atrás su postura previa de no avanzar sin señales claras de acuerdo. La delegación norteamericana presentará un paquete de garantías de seguridad denominado “estándar platino”, con compromisos similares a los que establece el Artículo 5 de la OTAN, con el objetivo de disuadir futuras agresiones rusas.
Desde Moscú, en tanto, el mensaje fue contundente: si Ucrania no acepta los términos actuales, Rusia asegura que alcanzará sus objetivos por la vía militar. En paralelo, los equipos negociadores analizan la creación de una “zona económica libre” en el este ucraniano como una alternativa para destrabar uno de los capítulos más complejos del conflicto.
Mientras las negociaciones avanzan puertas adentro, el mundo sigue de cerca una cumbre que podría marcar un punto de inflexión histórico, aunque todavía envuelta en la incertidumbre propia de una guerra que, incluso en medio del diálogo, no da tregua.
