Consejos para cuidar el corazón

Las mujeres tendemos a descuidar nuestro corazón mucho más por una sencilla razón: no creemos estar en riesgo. Pero prestarle un poco de atención puede salvarnos de pegarnos un susto. ¡Y de cosas mucho peores también!

POR DANIELA CECCATO

Cuando se habla de enfermedades cardiovasculares, enseguida. suponemos que es “cosa de hombres”. Pero eso está muy lejos de la realidad, ya que las dolencias cardíacas son la primera causa de muerte a partir de los 45 años.

Una aclaración necesaria: las enfermedades coronarias son un conjunto de trastornos del corazón y de los vasos sanguíneos que comprende la hipertensión arterial (presión alta), cardiopatía coronaria (infarto de miocardio), enfermedad cerebrovascular (accidente cerebrovascular), enfermedad vascular periférica, insuficiencia cardíaca, cardiopatía reumática, cardiopatía congénita y miocardiopatías.

Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, desde 2005 a 2015, un 27% más de mujeres murieron, mientras que en el segmento masculino ese aumento fue del 12%. ¿Por qué la mayoría de nosotras desconoce esta información? “La percepción de las mujeres sobre el riesgo cardiovascular es errónea. Consideran que la principal amenaza está asociada a algún tipo de cáncer, pero la realidad demuestra que el riesgo cardiovascular casi duplica al de morir por cáncer”, especifica la doctora Ana Salvati, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cardiología.

Enemigos íntimos
Las dolencias cardíacas mas usuales en las mujeres son “la cardiopatía coronaria (una enfermedad de los vasos sanguíneos que irrigan al músculo cardíaco), el accidente cardiovascular (ACV), la hipertensión arterial, las arritmias (fibrilación auricular y otras), la insuficiencia cardíaca y las lesiones del músculo y de las válvulas cardíacas debidas a la fiebre reumática” enumera el doctor Ernesto Duronto, jefe del departamento de Docencia e Investigación y de la Unidad Coronaria del Hospital Universitario Fundación Favaloro. Las mujeres estamos protegidas por los estrógenos hasta la menopausia. “Usualmente, en aquellas con factores de riesgo el infarto de miocardio se produce a una edad más avanzada”, explica el cardiólogo.

Muchos factores atentan contra la salud del corazón. Algunos no se pueden cambiar, como la historia familiar, el origen étnico y la edad. Pero existen otros vinculados con la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes y los malos hábitos (tabaquismo, falta de actividad física, dietas no saludables y consumo de alcohol) que se pueden modificar. “A estos factores de riesgo tradicionales debemos agregarles antecedentes que pocas veces se tienen en cuenta para la aparición de una enfermedad coronaria en la mujer: haber tenido hipertensión arterial o diabetes gestacional durante los embarazos, abortos espontáneos, partos prematuros, tratamientos con quimioterapia y radioterapia para el cáncer de mama”, especifica Salvati.

Ese no se qué
Los cantantes románticos y autores populares suelen describir con metáforas las sensaciones que genera un corazón malherido. Así, se puede llegar a tener uno partido o con agujeritos. Pero en la vida real, este órgano se manifiesta de una forma menos poética. El síntoma más usual del infarto es un dolor muy fuerte en el pecho. A veces, esta dolencia se irradia al brazo y/o al cuello y, según el doctor Duronto, puede durar algunos minutos o bien varias horas. “Las mujeres suelen sentir dolor en el cuello, la mandíbula, la garganta, el abdomen o la espalda. Este cuadro puede presentarse durante el reposo o el sueño. En ellas, también es más posible que la tensión mental precipite una angina de pecho”, especifica el cardiólogo.

Silvia, ama de casa (47), cuenta que un día estaba más cansada de lo normal: ̈Sentía una pesadez fuera de lo común en todo el cuerpo. Cuando salí de bañarme, una punzada en el pecho me abatió, parecía como si tuviera el pie de un gigante sobre el pecho. El brazo me empezó a pesar. Mi marido llamó a emergencias. Yo apenas podía hablar”, recuerda. El diagnosticó del médico fue contundente: se trataba de un infarto. “Tenía hipertensión y no lo sabía.” Silvia asoció su episodio a un cuadro de estrés laboral. Habló de eso con los médicos, quienes le dijeron que es uno de los factores, además de una dieta poco saludable, poca actividad física y factores hereditarios. En ella el tratamiento fue con medicamento. En otros casos es necesario una operación de by-pass o practicar una angioplastía. Se trata de un procedimiento mediante el cual, a través de un catéter, se hace llegar un pequeño balón a la sección de la arteria obstruida. Este, al ser inflado, comprime la obstrucción abriendo paso a la sangre que circula por ella. “Es un recurso que se usa más con hombres, ya que la prevalencia de enfermedad coronaria a cualquier edad es mayor en ellos. El porcentaje de angioplastía coronaria es de alrededor de 30-35 por ciento, es decir que de cada tres pacientes, una es mujer.”

LA IMPORTANCIA DE NO PERDER TIEMPO

Los especialistas coinciden en que las mujeres describimos lo que nos pasa en forma imprecisa: falta de aire, fatiga, cansancio, dolor de espalda o abdominal, sensación de angustia… ¡Atención! “Ante estos síntomas se debe consultar de inmediato. Los tratamientos aplicados en las primeras tres horas son fundamentales porque logran más de un 90% de posibilidades de sobrevida”, enfatiza Duronto.

SE PUEDE (Y DEBEMOS) PREVENIR

Según el cardiólogo, los infartos cardíacos suelen ser más graves en las mujeres que en los hombres. En el primer año después de sufrir el primero, tenemos un 50% más de probabilidades de padecer uno mortal. Y en los siguientes seis años, casi el doble de posibilidades de sufrir un segundo ataque. “El corazón femenino es más vulnerable a los efectos del tabaco, las fumadoras tienen un 25% más de posibilidades de padecer una enfermedad coronaria que ellos. El riesgo se multiplica a medida que aumenta la cantidad de años que fue fumadora.”

Los médicos coinciden que para cuidarlo hay que incorporar hábitos saludables: actividad física aeróbica tres o cuatro veces por semana, no fumar, prevenir la obesidad (tiene una relación directa con la hipertensión y la diabetes), controlar la ingesta de grasas saturadas que aumentan el colesterol y consumir más frutas y verduras.