Charly García sacudió el Gran Rex con “La Torre de Tesla”

charly garcia

El astro del rock presentó un poderoso show de poco más de una hora en el que revivió todos sus éxitos. Los detalles, en la nota.

Charly García volvió a presentar su show “La Torre de Tesla” con un gran recital en el Teatro Gran Rex colmado, que atravesó los vaivenes del viaje entre una música maravillosa y el frágil estado del artista que debió suspender la actuación durante casi 15 minutos antes de cerrar el show tres canciones después.

Entre esos extremos del goce colectivo a la zozobra por conocer la suerte del genial músico, hubo un espectáculo con momentos de alto vuelo y con un anfitrión sonando de manera notable, aún con su micrófono colocado a un volumen portentoso.

Y para conseguir lo mejor de la velada que con la interrupción y todo se extendió por 65 minutos el jueves por la noche, hay que remitirse la obra de Charly y al impecable y poderoso ensamble que sostienen Kiuge Hayashida en guitarra, Toño Silva en batería, Carlos González en bajo y Fabián Quintiero en teclados.

A ellos se sumaron los coros de Rosario Ortega con Charly rodeado de teclados a la derecha del tablado dominado por la torre que da nombre a esta serie y dos pantallas coronando la escena.

Quien dio vida a bandas esenciales del rock argentino como Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Seru Girán convoca a reencontrarse con una obra propia e imprescindible.

En el programa de mano pudo leerse “ Charly García Lange en La Torre de Tesla o: Cómo Dejé De Preocuparme Por El Gobierno y Amé La Torre” sobre una imagen del Congreso de la Nación contra un fondo blanco surcado por unos 60 aviones grises.

La fiesta empezó con “De mí” y un García activo y locuaz lideró un set que incluyó “La máquina de ser feliz”, “Otro” y “Cerca de la revolución”, piezas de diferentes épocas que se ganaron el derecho a ser revisitadas.

En cuerda rebelde y socarrona bramó “el único que queda soy yo”, entonó “King Kong”, presentó “el primer videoclip de ‘Random’, quizás el último” referido al bello “Lluvia” y retomó la palabra para preguntar “¿me pusieron whisky acá?” y enseguida remató: “Si Keith Richards no murió, yo tampoco”.

Otra eficaz seguidilla se construyó con “No importa”, el magnífico entramado al servicio de “Rock & roll yo”, “Parte de la religión”, “No llores por mi, Argentina”, canción a la que le cambió por un momento la letra para cantar “me voy para el Uruguay” y el homenaje a Mercedes Sosa con “Cuchillos”.