Sífilis, la vieja enfermedad de transmisión sexual que volvió con todo

En sólo cinco años, se cuadruplicaron los casos y el pico se da en el grupo de 15 a 24 años. Por qué se relajó el cuidado.

En el sector de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) del Hospital Muñiz abrieron el 2 de enero de este año un documento de Excel en el que registran todos los casos de sífilis que diagnostican. “Estamos viendo alrededor de 50 casos por mes de sífilis infectante. Y por cada caso índice se calcula que hay 10 no detectados. Es una barbaridad”, afirma Viviana Leiro, integrante del servicio de Dermatología (donde funciona el consultorio de ETS). Algunos llegan con chancros (la típica lesión que aparece en los genitales, el ano o la boca), otros con manchas rojas en diferentes partes del cuerpo, y están quienes no manifiestan síntomas, pero van en busca de tratamiento porque mantuvieron relaciones sexuales con una persona infectada.

Los profesionales de la salud recurren a adjetivos para dimensionar lo que está pasando con la sífilis. Hablan de un “fenomenal” y “alarmante” aumento, que ya no les genera sorpresa pero sí creciente preocupación.

Según Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y director de Investigaciones Médicas en la Fundación Huésped, el alza “se está viendo desde hace varios años en hombres que tienen sexo con hombres, en mujeres transgénero, pero también en la población en general”.

“El personal de salud está sensibilizado, percibe un aumento en toda la población, en gente joven especialmente. La sífilis no discrimina: como el VIH, se encuentra en cualquier estrato social”, añade Analía Urueña, infectóloga de Helios Salud, consultora hasta el mes pasado de Unicef e integrante de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).

De esa amplitud da cuenta también el infectólogo Jorge Lattner, quien reparte su actividad entre un coqueto sanatorio privado -donde trabaja hace una década- y el hospital público. “En los últimos dos años vimos un aumento de sífilis congénita en el Otamendi, cosa que antes no ocurría y ahora sí. En el Fernández estamos poniendo entre 10 y 15 penicilinas por día -el antibiótico con el que se trata la infección-, y eso tampoco pasó nunca”.

Sífilis

Menos VIH, más sífilis

En Argentina, la tasa de casos reportados en varones y mujeres se cuadruplicó entre 2013 y 2018 (creció un 330%: pasó de 11,7 a 50,4 cada 100 mil habitantes), con un pico en el grupo de los jóvenes de 15 a 24 años. En 2018 se notificaron 22.428, casi un 16% más que en 2017. También crecen año a año los casos de sífilis congénita (transmitida de madre a hijo durante el embarazo).

Las estadísticas del Hospital Muñiz -especializado en enfermedades infecciosas- dan cuenta de ese frenético avance: en los 10 años transcurridos entre 1998 y 2008 registraron 1.541 casos de sífilis temprana (dentro del primer año de adquirida la infección), una cifra cercana a los 1.236 diagnosticados en apenas la tercera parte del tiempo, de 2014 a 2017. El promedio anual de ese trienio da 412. En 2018 hubo 481 casos. El Excel abierto a comienzos de 2019 contabilizaba 376 a mediados de agosto, cuando todavía faltaban más de cuatro meses para abrir un archivo nuevo.

Lo que ocurre en Argentina se replica a nivel mundial. El descenso constante en el número de casos registrado en el último tercio del siglo XX se revirtió en forma contundente. En Europa también se registra un aumento en la última década. En 2017, la tasa se disparó 70% respecto de 2010. Y por primera vez desde inicios del milenio el viejo continente registró más casos de sífilis que nuevas infecciones por VIH, según un informe reciente del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC).

Aquí la paradoja: mientras los datos epidemiológicos muestran una reducción o estabilización en los nuevos casos de VIH, en contrapartida otras infecciones de transmisión sexual (ITS) no dejan de crecer.

El preservativo ausente

¿Cómo se explica que la sífilis, que durante los siglos XV y XVI afectaba al 15% de la población europea y ocasionaba miles de muertesreemerja con fuerza -porque nunca fue eliminada- en pleno siglo XXI, cuando es bien sabido que una conducta sexual segura previene la transmisión?

“Las razones que explicarían este hecho incluyen cambios en las conductas sexuales, el uso de drogas de diseño y, sobre todo, la reducción de las medidas de protección en las relaciones sexuales. Este cambio de tendencias ha coincidido con la mejoría en el pronóstico de las personas con VIH tras la introducción del tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARV), que parece haber llevado a una cierta ‘relajación’ en las medidas de prevención”, sostiene el Boletín sobre el VIH, sida e ITS de 2018 elaborado por la Secretaría de Salud.

Los menores de 30 y los mayores de 50 prácticamente no usan preservativo. Los menores porque no vivieron la peor etapa del VIH y el sida y los mayores porque nunca lo usaron y ahora les cuesta adaptarse. El uso de alcohol y otras drogas legales e ilegales también tiene muchísimo que ver. A veces vienen al consultorio con una ETS, les preguntás cómo fue que la contrajeron y no se acuerdan ni cómo, ni con quién estuvieron, ni con cuántos, ni siquiera si lo disfrutaron. Y hay otra moda llamada chemsex, el uso de drogas potenciadoras para poder tener sexo con más de una persona durante varios días, que si bien en Argentina no se ve mucho, también se practica”, comenta Leiro.

Desde el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Jaime Altcheh, médico pediatra e investigador principal del Conicet, comparte el diagnóstico: “En el hospital vemos un aumento de sífilis adquirida en adolescentes porque no usan preservativo. Se ha perdido el miedo al VIH”. Suelen ir solos a la consulta, muy pocos van acompañados por sus padres. Cuando las lesiones son en los genitales, sospechan que puede tratarse de una infección de transmisión sexual. Pero muchos ingresan por manchas en los pies, otros por odontología, por lesiones en la boca.

—¿Se sorprenden ante el diagnóstico de sífilis?

—Sí —enfatiza el médico—. Pero como se les da el tratamiento y responden bien, no se preocupan mucho.

Entre sus pacientes, Urueña identifica dos extremos: “Están los que se asustan y no pueden creerlo, porque pensaban que la sífilis era algo del pasado. Y hay quienes tuvieron más de un episodio, vienen por el tratamiento -que en general es relativamente sencillo- y eligen seguir teniendo relaciones sin protección”.

—¿Usaste preservativo? —consulta Leiro a cada nuevo paciente diagnosticado. Si la respuesta es afirmativa, indaga un poco más— ¿Para el sexo oral?

“Es muy común que no se use el preservativo, o se use (con suerte) en la penetración, pero para el sexo oral no lo usa nadie. Estamos viendo mucha transmisión por esa práctica. Las lesiones en la boca son muy treponémicas, tienen la bacteria de la sífilis y son sumamente infectantes”, subraya.

Una encuesta realizada en 2017 a más de 30 mil personas de 14 provincias del país por la filial argentina de la ONG Aids Health Foundation (AHF) arrojó que sólo el 14,5% de los consultados lo utiliza siempre en una relación sexual, el 65% en algunas oportunidades y el 20,5% nunca. En tanto, según la Secretaría de Salud más del 98% de las nuevas infecciones por VIH se producen por relaciones sexuales sin protección.

En muchos casos, la ‘relajación’ en los cuidados no está vinculada al conocimiento (sobre la mejora de los tratamientos para el VIH, por ejemplo), sino todo lo contrario. La falta de información sobre salud sexual y reproductiva es una constante en las consultas que recibe el equipo de Casa FUSA, un centro de salud especializado en adolescentes y jóvenes situado en el barrio de Almagro. “Falla la información que reciben los jóvenes. La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) no se brinda en muchas escuelas. Los cuidados en relación al cuerpo y a la salud sexual de las personas muchas veces tampoco son abordados en el ámbito familiar, por lo que queda librada al azar la información que puedan llegar a tener. La ESI es fundamental”, subraya.

Y añade: “En las consultas, fomentamos el uso del preservativo como el único método anticonceptivo que previene las ETS, el único que pueden utilizar los varones con pene y que no provoca ningún efecto secundario sobre el cuerpo femenino o masculino. Dejamos entrever una perspectiva más política de los cuidados para que seamos las mujeres las que podamos exigir a nuestras parejas el uso del preservativo y en forma correcta. También el uso del campo de látex, cuando se hace sexo oral sobre la mujer. En usar el campo de látex sobre la vulva ni se piensa y los equipos de salud prácticamente no lo ofrecen como opción”.