Curar el cerebro, el próximo objetivo de las nuevas tecnologías

El cerebro humano es el órgano más misterioso del cuerpo y uno de los enigmas más complejos que se conocen en el universo.

Los científicos siguen tratando de descubrir qué provoca nuestros sueños, por qué de repente un día nos olvidamos de quiénes somos o dónde está el límite de la conciencia. Tampoco han conseguido aclarar dónde acaba o empieza nuestra mente y dónde nuestro cerebro.

Desentrañar estos enigmas, entre otros muchos, sigue siendo una asignatura pendiente. Para hacerlo, hay que empezar por lo poco que sabemos con certeza. Aquí va una de las verdades irrefutables de la neurociencia: a finales del siglo XIX, Santiago Ramón y Cajal situó las neuronas como elementos individuales del sistema nervioso, lo que lo convirtió en el primer español en recibir un premio Nobel de Medicina en 1906.

Estas células se intercomunican estableciendo una red de conexiones. Su trabajo consiste en recibir estímulos del entorno y transmitirlos en forma de impulsos nerviosos a otra neurona o a una célula motora que producirá una respuesta. En estas ondas cerebrales están codificados nuestros pensamientos, emociones y recuerdos. Las conexiones neuronales funcionan con normalidad en humanos sanos, pero pueden alterarse por enfermedades, lesiones o falta de desarrollo. Cuando sucede, encontramos a pacientes con depresión, esquizofrenia o un trastorno bipolar. También alzhéimer, párkinson, esclerosis múltiple y otros tipos de enfermedades neurológicas. El desarrollo de la tecnología ha traído nuevas técnicas para descubrir cómo cambia el cerebro ante la enfermedad y poder detectar de forma más rigurosa qué áreas están dañadas.

Inteligencia artificial: el algoritmo que nos enseña a dónde mirar

A día de hoy, existen muchas modalidades de escáneres cerebrales que se utilizan para el diagnóstico clínico junto a tecnologías como la inteligencia artificial. Equipos de investigación de todo el mundo han desarrollado algoritmos que son capaces de analizar miles de resonancias y aprender a detectar alteraciones para avisar a los médicos dónde tienen que mirar. Ng Wai Hoe, director médico del Instituto Nacional de Neurociencia de Singapur, explica en el informe sobre neurociencia de 2019 de la Fundación Bankinter cómo utiliza la IA aplicada a la lectura de los resultados de resonancias magnéticas. “En los casos de lesión cerebral, el objetivo es permitir que la IA haga una revisión más rápida del escáner, lo marque para el radiólogo y diga “oye, tienes que mirar esta imagen inmediatamente”, explica Ng Wai Hoe. “De hecho, ya lo hemos iniciado en nuestras urgencias y vemos que ha hecho posible un triaje más rápido de los pacientes y una intervención más inmediata”.

Otro de los usos más mencionados de esta tecnología por los expertos es su capacidad para personalizar los tratamientos. Cada enfermedad es diferente en cada paciente. Por ejemplo, la depresión altera las ondas cerebrales de forma distinta en cada persona, y el desarrollo de las nuevas tecnologías facilita encontrar la forma de identificar los aspectos concretos de esa enfermedad y una forma individual de abordarla. En el mismo informe, Ricardo Gil Da Costa, neurofisiólogo cognitivo que ha trabajado en el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos durante años, asegura que “cuantos más datos se recopilen, más se podrán personalizar los tratamientos de los pacientes utilizando IA”. Da Costa pone como ejemplo un caso práctico: en una migraña ya se puede saber cuándo está subiendo la inflamación hasta 72 horas antes de que se manifiesten los primeros síntomas, lo que hace que se pueda actuar de forma preventiva y se reduzca la duración y severidad de las crisis.