En su primera homilía como pontífice, el papa León XIV rindió homenaje a su predecesor, Francisco, recordándolo como una guía espiritual cuya partida dejó al pueblo de Dios “como ovejas que no tienen pastor”. La misa de inicio del pontificado se celebró en la Plaza de San Pedro, ante miles de fieles que acompañaron este momento histórico.
“La muerte del Papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones y, en esas horas difíciles, nos hemos sentido como esas multitudes que el Evangelio describe ‘como ovejas que no tienen pastor’ (Mt 9,36)”, expresó León XIV desde el altar. Sin embargo, el nuevo pontífice recordó que, a la luz de la resurrección, la Iglesia enfrenta ese momento con esperanza y la certeza de que el Señor nunca abandona a su pueblo.
El papa, de origen estadounidense y misionero agustino, reconoció con humildad que fue elegido “sin ningún mérito” y que llega “con temor y trepidación” para servir como un hermano que quiere ser “siervo de su fe y de su alegría”. Subrayó que el papado debe ejercerse como un servicio y no como un ejercicio de poder, afirmando que el papa no debe ser un “jefe por encima de los demás”.
Las palabras dedicadas a Francisco no solo resonaron como un homenaje respetuoso, sino también como una señal de continuidad espiritual en una Iglesia que enfrenta importantes desafíos internos y externos. León XIV propuso construir una Iglesia unida, basada en el amor de Dios y abierta al mundo, reafirmando así el legado emocional del pontificado anterior.





