El 18 de mayo marca una fecha especial en el calendario argentino: el Día de la Escarapela. Durante esta jornada, escuelas, instituciones y familias de todo el país celebran uno de los símbolos patrios más emblemáticos de la Argentina, con actividades educativas, actos y una amplia presencia de los colores celeste y blanco en vestimenta y decoraciones.
Manuel Belgrano impulsó la creación de la escarapela durante la Campaña al Paraguay. El 13 de febrero de 1812, le pidió al Triunvirato un distintivo nacional que evitara confusiones entre sus tropas y las realistas. Cinco días después, el gobierno aprobó su uso y estableció oficialmente la escarapela azul celeste y blanca.
A lo largo de los años, distintas teorías intentaron explicar el origen de los colores. Algunos historiadores los vinculan al cielo, otros a los Borbones, y también hay quienes los asocian a las cintas que repartieron French y Beruti durante los días previos a la Revolución de Mayo. Más allá de las interpretaciones, el símbolo se consolidó como un emblema de unión y patriotismo entre los revolucionarios.
El Consejo Nacional de Educación propuso celebrar el Día de la Escarapela en 1935, y en 1941 el gobierno nacional oficializó la fecha. Desde entonces, el 18 de mayo se convirtió en una oportunidad para transmitir valores patrios y enseñar a las nuevas generaciones la historia de este distintivo que forma parte del ADN argentino.
Hoy, como cada 18 de mayo, miles de chicos confeccionan escarapelas en sus escuelas, las lucen con orgullo y recuerdan que este pequeño pero poderoso símbolo acompañó los inicios del camino hacia la independencia nacional.
