En un escenario marcado por la presión inflacionaria sobre los alimentos, el consumo de carne vacuna en la Argentina mostró un repunte que sorprende al sector. Durante noviembre, la demanda creció un 3,4% interanual, aun cuando los precios de los principales cortes continuaron en alza y registraron una fuerte aceleración mensual.
De acuerdo a los datos relevados por el sector cárnico, el consumo per cápita alcanzó los 48,3 kilos por habitante por año, lo que representa una mejora del 2,3% en el promedio acumulado de enero a noviembre respecto al mismo período del año anterior. En términos concretos, el repunte implica un aumento de 1,1 kilo por persona al año, equivalente a poco más de 2,1 millones de toneladas res con hueso.
Sin embargo, este crecimiento convive con un marcado incremento de precios. En noviembre, el valor de la carne vacuna subió un 6,6% mensual, más del doble que en octubre. El asado encabezó la lista de aumentos, con un salto del 13% y un precio promedio superior a los $13.300 por kilo. Le siguieron la nalga, el cuadril, la carne picada común y la paleta, todos con subas superiores al 8% en apenas un mes.
En la comparación interanual, la carne vacuna acumuló un alza del 53,2%, con el asado nuevamente como el corte más encarecido, superando el 76% de aumento en doce meses. En contraste, el pollo entero mostró una baja mensual del 1% y una suba anual considerablemente menor, del 21,1%, consolidándose como una alternativa más accesible para muchos hogares.
Del lado de la producción, la industria frigorífica mantuvo niveles similares a los del año pasado en el acumulado anual, con 2,88 millones de toneladas producidas en los primeros once meses. No obstante, noviembre reflejó una caída tanto respecto de octubre como en la comparación interanual, evidenciando cierta desaceleración en la oferta.
En cuanto al comercio exterior, las exportaciones de carne vacuna también mostraron señales de enfriamiento. En los once meses del año, los envíos al exterior cayeron un 10% interanual, principalmente por la menor demanda de China durante el primer semestre. A esto se sumó en noviembre una caída estacional de las ventas a Israel, que profundizó el retroceso mensual.
Así, el mercado de la carne atraviesa un delicado equilibrio: mayor consumo interno pese a precios en alza, producción estable con leves retrocesos y un frente externo que pierde dinamismo. Un panorama complejo que refleja tanto la resiliencia del hábito de consumo como las tensiones que atraviesa toda la cadena cárnica.
