Un fanático esloveno de Emiliano Sala envió una carta a Progreso

Emiliano Sala

Han pasado más de dos meses de la última despedida a Emiliano Sala. Aquella jornada soleada y triste de Progreso será recordada por el dolor penetrante que causó la muerte del delantero que brillaba en Europa, luego de que el avión que lo trasladaba desde Nantes (Francia) hacia Cardiff (Gales) se precipitara en el Canal de la Mancha el pasado 21 de enero.

A pesar del tiempo transcurrido, en el pueblo aún se vive el legado que dejó el goleador que emigró a Francia desde muy joven. La leyenda local se fue transformando en un mito y los presentes que llegan al club que lo formó sorprenden día a día a todos los vecinos.

En los último tiempo Progreso se paralizó por una misteriosa carta que llegó a San Martín por los países exóticos que se relacionan con el documento. Un fanático de Eslovenia escribió un comunicado de puño y letra en italiano, aunque su residencia es en Austria.

El admirador de Emiliano pidió que le hagan llegar sus palabras al círculo más íntimo de la figura del Nantes y remarcó que Sala siempre vivirá en nuestros corazones”.

Quizás algún día visite la Argentina para encender una vela por él. Si no, él permanecerá en nuestras plegarias aunque no nos hayamos encontrado. Para Dios, la distancia no existe”, deslizó el fan europeo, quien todavía se encuentra golpeado sentimentalmente por la inesperada muerte de su ídolo.

La carta traducida al castellano:

Escribo con el deseo de que esta carta llegue a la familia de Sala en Cululú. No tengo su dirección, por eso les pido que envíen esta carta a la familia de Emiliano Sala.

Emi tocó a todo el mundo con su personalidad. Vivirá por siempre en nuestros corazones.

Pienso que esta carta pueda ser también un pequeño consuelo para la familia Sala, que debe enfrentarse a un tiempo difícil. Muchas gracias por enviarles esta carta.

Quizás algún día visite la Argentina y prenderé una vela por él. Si no, él permanecerá en nuestras plegarias aunque no nos hayamos encontrado. Para Dios, la distancia no existe.

Muchas gracias,

Andreja de Eslovenia