Una pyme sembró cannabis junto al INTA e invertirá US$ 1,2 millones en 3 años

Comenzó con los ensayos en un invernáculo de 277 m2 dentro de la Estación Experimental del organismo público en Pergamino. Cosecharían en 10 o 12 semanas. 


Una empresa pyme con sede en Lobos, provincia de Buenos Aires, empezó a cultivar cannabis con fines medicinales en la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) del INTA Pergamino, en el marco de un proyecto que implica una inversión inicial de aproximadamente U$S 1,2 millones para los próximos 3 años.

Pablo Fazio, socio de Pampa Hemp y coordinador operativo de esta iniciativa, detalló que esta primera etapa de producción se desarrollará en un invernáculo de 277 metros cuadrados, dentro de las 748 hectáreas con las que cuenta la EEA, ubicada en Avenida Frondizi, Kilómetro 4,5 del Centro Regional Buenos Aires Norte.

La empresa importó las semillas desde el Estado de Colorado, Estados Unidos, y apuntan a lograr una densidad de entre 5 y 7 plantas por metro cuadrado en esta primera implantación. “Son dos variedades de semillas que cubrirán las próximas dos cosechas”, indicó.

Si a futuro se avanza con la comercialización, como pretende un proyecto del ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, que busca reemplazar a la actual Ley 27.350, podrían generarse exportaciones por US$1.000 millones en la próxima década a destinos como Israel, Suiza, Brasil y otros países de la región. Mientras que el volumen del mercado interno que estima la cartera estatal es de unos US$500 millones anuales.

“Ahora, el cultivo está en un proceso de germinación y tardará entre 10 y 12 semanas para entrar en estado vegetativo y de floración. O sea, que después de ese lapso podríamos empezar con la cosecha. Luego, tenemos que hacer el proceso de secado, para así poder concretar la extracción del aceite, que lleva un tiempo relativamente corto de un par de semanas como mucho, dependiendo del volumen que se quiera procesar de materia prima. Al principio, vamos a hacer cantidades chicas porque tenemos que afinar la técnica y probar la tecnología”, detalló el emprendedor.

Vale aclarar que Pampa Hemp, en sus campos de Lobos, se enfoca en la producción hortícola y avícola, y a partir de la sanción de la norma 27.350, en 2017, decidieron apostar fuerte por esta industria incipiente en nuestro país. “Mi socio Sebastián (Tedesco) es cannabicultor desde hace 25 años y yo soy un empresario más tradicional”, comentó Fazio.

Hace más de dos meses, se conoció la nueva reglamentación de esa ley, que a partir del Decreto 883 le da mayor impulso a la investigación médica y científica del uso medicinal del cannabis y sus derivados, e incluso abre la posibilidad a que las compañías puedan hacer plantaciones en establecimientos privados y extiende la posibilidad de que se celebren acuerdos con universidades, más allá del INTA y el Conicet.

“En noviembre del año pasado, después del Decreto reglamentario 883, conseguimos finalmente concretar este acuerdo con el INTA, que fue precondición para que el Ministerio de Salud de la Nación aprobara en marzo de este año nuestro proyecto, y autorizara el cultivo con fines productivos y de investigación. De la misma manera que también lo consiguieron otras empresas”, señaló Fazio.

Al respecto, la ingeniera zootecnista y responsable de la Gestión, Vinculación Tecnológica e Innovación de la EEA de Pergamino, María Verónica Monsutti, comentó: “Pampa Hemp lo hace en nosotros porque ellos comenzaron antes que esta actualización. El convenio fue aprobado en diciembre y la empresa ya tiene las primeras plantas, siendo la primera pyme que comenzó con los ensayos tras importar su material. En este acuerdo está planteada hasta por 5 años la instancia de investigación, donde la empresa tiene que probar los materiales, analizar cómo se comportan y evaluar los distintos activos genéticos que tiene”.

Asimismo, esa renovación de la norma autoriza a trabajar con el material que ya hay en Argentina, con el cual muchas compañías venían desempeñándose desde hace años de manera clandestina. Aunque obliga a declararlo ante el Instituto Nacional de Semillas (INASE). “Pero para poder registrarlo, antes hay que llevar a cabo una serie de ensayos e inscripciones. Lo que todo eso lleva mucho tiempo, entonces la mayoría de las empresas prefieren importar la genética y en todo caso luego cruzarla con la que ya tienen”, explicó Monsutti, quien colabora con Pampa Hemp desde “la parte de gestión”.

Expectativas por la “Ley Kulfas”

Paralelamente, la iniciativa promovida por Kulfas, que ya obtuvo media sanción en la Cámara de Senadores y propone ampliar el marco legal, impulsa la creación de la Agencia Regulatoria del Cáñamo y del Cannnabis Medicinal (ARICCAME). Así, se posibilitaría que desde el sector privado se pueda desarrollar la actividad de manera independiente, sin la necesidad de hacer convenios con un ente público, como se exige actualmente.

“Esa propuesta es la que realmente cambiaría el escenario actual, porque hasta ahora lo que está habilitado es la investigación, y no la comercialización como establecería este nuevo marco regulatorio. Ya que permite el cáñamo industrial y todos los derivados del cannabis, a diferencia de la ley del 2017 que solamente se centra en el aceite medicinal. Por eso, las empresas la esperan con muchas ansias a su aprobación, porque la inversión es grande en la etapa de investigación, con recupero cero por el momento, porque no pueden comercializar”, precisó Monsutti.

No obstante, Fazio consideró que “hay que ser prudente en el análisis de la situación”, ya que por ejemplo Canadá, con 10 años de industria activa, tiene 100 licencias, Paraguay posee 25 y Uruguay cuenta con 60. “No hay miles de licencias. Por eso, habrá que esperar para saber cuantos permisos van a dar si esto avanza, mientras que al mismo tiempo habrá un montón de interesados en obtenerlos. Hay que ver el mercado disponible y cómo evalúa la futura agencia estatal a los potenciales jugadores, porque puede haber mil aspirantes, pero después quizás solamente 20 consigan la documentación para operar. Esto además se daría en un proceso de revisión legal, que no está sucediendo solo en Argentina, sino en todo el planeta”.

Al respecto, agregó que por eso es “aventurado proyectar números” del retorno de la inversión inicial, ya es una etapa “muy incipiente” de esta actividad a nivel global. “Faltan un montón de señales de niveles de precios, volúmenes de abastecimiento, cantidad de jugadores que habrá, y muchas otras circunstancias que todavía hoy no están claras, con lo cual el enfoque ahora pasa más en la ejecución de un proyecto mirando el mediano y largo plazo. A futuro, por supuesto que queremos tener más invernaderos”, aseveró.

Por último, cabe recordar que en la Argentina hay diversos organismos de ciencia que trabajan en el desarrollo de metodologías específicas para la producción de la planta de cannabis y sus derivados, especialmente aceites. Desde la sanción de la Ley 27.350, el INTA impulsa 11 iniciativas, con privados y otros entes estatales, de investigación y desarrollo del cultivo con fines medicinales, que se encuentran distribuidos en 7 provincias.

“Todos los proyectos tienen sus particularidades, porque se trabaja en cada experimental de manera individual, con sus objetivos y distintos cronogramas, de 3 a 5 años, según se establezca. El más avanzado de todos los del INTA es uno que se hace con la provincia de Jujuy, que está en funcionamiento desde hace dos años”, finalizó Monsutti.

 

Fuente: TN/Campo