Consejos indispensables para no correr riesgos al ponerse un piercing

La reciente muerte de una joven brasileña, quien tuvo una infección cerebral luego de perforarse el labio, encendió las alarmas. Los cuidados que no deben faltar antes, durante y después. Recomendaciones de infectólogos

Las complicaciones severas en la salud a causa de uno o varios piercings (como se denomina a la colocación de aros y otras piezas) en distintas zonas del cuerpo no son habituales, sin embargo, según indicaron desde la Sociedad Rosarina de Infectología, alrededor de un 10% de las personas que se perforan cejas, lengua, labios, orejas, ombligo y pezones suelen tener alguna reacción no esperada que puede ir de leve a moderada, y en algunos pocos casos comprometer la vida.

Esta semana se conoció que una joven brasileña de 20 años falleció a causa de una infección que afectó su cerebro luego de colocarse una pieza metálica en el labio.

Riesgos de ponerse un piercing

Los problemas que se pueden generar a raíz de ponerse un piercing pueden ser debidos a distintas causas: desde el material utilizado, la higiene durante el proceso, el instrumental, el perfil médico de la persona, los cuidados posteriores y, sin duda, la zona del cuerpo donde se coloca el piercing.
En primer lugar, debemos ser conscientes de que la colocación de un piercing supone realizar una falta de integridad en la piel. Asimismo, cualquier tipo de piercing en cualquier ubicación implica un riesgo en cuanto a sufrir complicaciones. Estas son algunas de las posibles complicaciones con las que nos podemos encontrar al colocarnos un piercing:

Reacción alérgica

Podemos sufrir una reacción alérgica al material empleado, ya sea al piercing o al antiséptico, incluso al instrumental. Muchos piercings llevan una aleación de níquel; el níquel se encuentra en muchos objetos de bisutería y es una causa relativamente frecuente de alergia en una parte de la población.

Infección local o sistémica

También puede producirse una infección en la zona perforada, también llamada infección sistémica por diseminación de la local. A nivel local podremos encontrar diversos síntomas como enrojecimiento, inflamación, aumento de la temperatura, dolor al tocar e incluso puede aparecer fiebre por afectación sistémica.

Cicatrización y transmisión de enfermedades

Cuando realizamos la colocación de un piercing sufrimos el riesgo de que la perforación no cicatrice como debería y se produzca una cicatrización anormal de la zona. Por ejemplo, la formación de un queloide o induración local.
A su vez, cualquier tipo de intervención implica un riesgo a nivel biológico por el empleo de material contaminado, lo que podría derivar en la transmisión de enfermedades.

Riesgos según la zona

No obstante, en función del lugar anatómico donde coloquemos el piercing podrán aparecer unas complicaciones específicas. Mencionaremos las más importantes:

La lengua

La colocación de un piercing en la lengua puede suponer el deterioro del esmalte dental de los dientes próximos por microtraumatismos. Ello implicará hipersensibilidad dental e incluso microfracturas en la superficie dental. Los ‘piercings’ en la boca causan numerosas lesiones bucodentales y mucosas como la inflamación (periodontitis, por ejemplo), infección, dolor, alteraciones en la fonética y masticación, alteración del gusto, sangrado porque la lengua está muy vascularizada, halitosis, cambios en la salivación, reacciones alérgicas al material…

Los genitales
Los piercings en la zona genital pueden causar una cicatriz que obstaculice la vía urinaria, infecciones urinarias e infecciones locales. Asimismo, pueden ocasionar lesiones durante las relaciones sexuales que implican la posibilidad de transmisión de enfermedades de riesgo biológico ante su sangrado.
En cuanto a los piercings en el pezón pueden ocasionar una inflamación de los conductos galactóforos ocasionando una galactorrea o salida láctica espontánea. Puede aparecer una cicatriz residual que podría afectar la lactancia materna con posterioridad.

La oreja
La colocación del piercing en el pabellón auditivo puede producir la temida necrosis del cartílago cuya evolución debe seguirse muy de cerca. Aunque en la oreja hay zonas que implican menor riesgo de infección como el lóbulo.

El ombligo
A nivel de la zona umbilical deben controlarse las infecciones micóticas por tratarse de una zona proclive a la humedad por lo que los cuidados posteriores deben realizarse con minuciosidad. La cicatrización de un piercing en el ombligo suele ser lenta debido a que el abdomen tiene bajo riego sanguíneo.

Precauciones para evitar complicaciones
Considerando los riesgos y una vez tomada la decisión de colocarnos el piercing y su ubicación, debemos seleccionar muy cuidadosamente tanto al profesional como al centro donde vamos a ser atendidos y controlados con posterioridad en caso de que surja alguna complicación que lo precise.

Del mismo modo, si el día previsto para su colocación presentamos un cuadro infeccioso agudo por algún motivo ajeno (por ejemplo, un cuadro gripal o una amigdalitis) es deseable posponer la colocación del piercing pues la disminución de defensas que nos ocasiona la infección aguda puede desencadenarnos la aparición de complicaciones en el lugar de la colocación del piercing.

Por otro lado, si la persona interesada en la colocación del piercing tiene algún antecedente médico de interés como puede ser una enfermedad metabólica (por ejemplo, diabetes) o una enfermedad autoinmune es recomendable que consulte previamente con su médico de familia para valorar la prescripción de un antibiótico de forma profiláctica. En personas lábiles el riesgo de infección es mayor.

Finalmente recordaremos que la colocación de un piercing requiere tener una higiene minuciosa en la zona tras su colocación, al igual que ocurre con los tatuajes. Debemos verificar el estado del material del piercing y detectar cualquier deterioro para su recambio inmediato. En caso de que se decida su retirada definitiva, si bien podemos hacerlo nosotros, no estaría de más su supervisión por el personal experto.