El cruce de las rutas nacional 34 y provincial 39, conocido entre los vecinos como “el cruce de la muerte”, volvió a quedar en el centro de la escena a partir del testimonio de Héctor Bonarrico, conductor del vehículo que protagonizó un grave accidente el pasado 9 de diciembre. Pese a la magnitud del impacto, los cinco ocupantes sobrevivieron sin lesiones de gravedad.
Bonarrico relató que el siniestro ocurrió de madrugada, cuando regresaban desde Chaco hacia Mendoza tras una actividad religiosa. Según explicó “No se ve nada, no hay señales, es como un desierto. No atiné ni a tocar el freno”, aseguró. El impacto fue contra el tanque de gasoil del camión, que explotó y cubrió el vehículo, lo que obligó a los ocupantes a salir rápidamente por temor a un incendio.
De acuerdo con el conductor, el sistema de frenado automático del vehículo tampoco logró evitar el choque, dada la falta total de advertencias previas. El camión terminó volcado por la fuerza del impacto. Aun así, todos lograron salir caminando y fueron trasladados al hospital solo por precaución.
Conmovido por lo sucedido y por la cantidad de víctimas fatales registradas en ese punto, alrededor de 30 en lo que va del año. Junto a su esposa, financió la confección de carteles y el traslado de colaboradores de su iglesia, quienes viajaron más de 1.800 kilómetros para instalar señalización preventiva a unos 150 metros del cruce. Los carteles advierten sobre el “cruce peligroso” y solicitan reducir la velocidad.
Si bien reconoció que la colocación de carteles por particulares está prohibida por la Ley Nacional de Tránsito, Bonarrico sostuvo que priorizó la prevención por sobre cualquier posible sanción. “Prefiero que me lleven preso y que otros se salven la vida”, afirmó.
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