El Fondo quiere que el plan sea “argentino” para no pagar los costos

El Fondo puede haber cambiado, pero sigue siendo un banco. Esa máxima cobró fuerza a medida que la Argentina y el Fondo Monetario Internacional ( FMI ) finiquitan en estos días el programa que acompañará la línea de crédito que busca el Gobierno para tener oxígeno hasta terminar de encarrilar la economía.

El acuerdo, creen en Washington, impondrá un gradualismo fiscal más duro, pero omitiría una lista detallada de reformas estructurales. Las recetas serán de Mauricio Macri y su equipo, un mensaje que ya bajó Christine Lagarde.

Para el Fondo, esa potestad mejora las probabilidades de éxito del programa. Pero quienes siguen la historia del organismo creen que tiene otro motivo: evitar quedar pegado a otra crisis, como le sucedió en recientes intervenciones en países como Grecia, entre otros.

“Estoy convencido de que el Fondo quiere que el programa sea argentino y no sea visto como una imposición, y no se va a meter en detalles como podría haber sido el caso antes”, dijo Claudio Loser, quien trabajó en el Fondo y ahora es director en el Centennial Group, un importante think tank de Washington. El Fondo de Lagarde, indicó Loser, aprendió del pasado y tiene otra cintura política, y dijo que lo sorprendería “muchísimo” que venga con condiciones muy explícitas.

“No creo que el Fondo esté dispuesto a ser el chivo expiatorio para pagar por los ajustes que el Gobierno quiere hacer”, señaló el experto.

Ernesto Calvo, profesor de la Universidad de Maryland, tampoco cree que el Fondo vaya a imponer reformas estructurales, sino que se concentrará, en cambio, en “poner los indicadores bajo control”. Sí puede haber menciones, cree, a reformas en el futuro.

“La razón por la cual el FMI no quiere ser padre de la operación es porque no quiere ser responsable de la crisis económica, no por el ajuste”, agregó. “Es el motivo por el cual soy muy escéptico de que haya pedidos muy fuertes de condicionalidad, porque todo aquello que sea una condicionalidad del FMI, si hay una debacle, lo hace partícipe del diseño de esa debacle. Tengo pocas dudas de que la prioridad del FMI no es el ajuste, sino la estabilidad económica en los indicadores más importantes”, apuntó.

Mónica de Bolle, analista del Instituto Peterson de Economía Internacional, afirmó que el Fondo ahora es una institución “mucho más sensible” al riesgo político que antes y al efecto de los programas de austeridad sobre los más pobres. Pero el ajuste fiscal, indicó, sigue siendo “el pan y la manteca” de cualquier acuerdo, y el Fondo es riguroso con el dinero que presta.

“Lo que el Fondo tratará de hacer es, básicamente, decir: este es un programa que ha sido negociado con el Fondo, pero es un programa que, en general, es exactamente el mismo programa que hubiera existido sin el Fondo, con la posible diferencia de que el paquete fiscal será un poco diferente”, ahondó. “No creo que haya nada nuevo a lo que Macri ya estaba proponiendo”, concluyó.

Bajar el déficit
El foco del programa estará puesto en el plan de ajuste que llevará el déficit fiscal debajo del 2,7% del PBI este año y, se prevé, debajo del 2% el año próximo. Loser cree que no habrá metas para la inflación o el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos porque “no se pueden controlar”. Sí puede haber metas con variables bajo el control del Banco Central.

De Bolle también cree que habrá alguna referencia para “construir credibilidad” en el Banco Central y terminar de despejar las dudas que quedaron por las “confusiones alrededor de la política monetaria”. El Fondo ya recomendó, en su informe del artículo IV sobre la economía argentina, de fines del año pasado, reducir el financiamiento del Central al Tesoro.

Pero Calvo cree que terminar de encarrilar todas las variables será una tarea complicada. “Nadie ve muy bien cuál es la economía que el Gobierno tiene en la cabeza en este momento. No hay una hoja de ruta”, concluyó.

Un acuerdo contra “el golpe”
Elisa Carrió volvió a defender la decisión del Gobierno de acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y reiteró que hay sectores que quieren “derrocar” al presidente Mauricio Macri. “Pueden estar en desacuerdo, pero lo que no pueden querer es que el gobierno de Macri caiga. He defendido al gobierno de Cristina muchas veces cuando lo querían hacer caer”, sostuvo.

Carrió, una de las fundadoras de Cambiemos, dijo que desconocía cuánto dinero le prestará el FMI a la Casa Rosada. “No tengo ni idea de cuánto nos van a prestar. Es un seguro contra el golpe”, resaltó la diputada en un programa televisivo. Y agregó: “No son momentos fáciles para el mundo. Europa y el euro se están cayendo. Me preocupan la xenofobia, el fascismo y la persecución”.

La líder de la CC además ratificó sus dichos contra el empresario Eduardo Eurnekian, a quien había involucrado en un supuesto intento golpista contra la administración de Macri. El empresario, en tanto, publicó una solicitada en la que le recordó que “injuriar y calumniar reiteradamente, desde la inmunidad (e impunidad) que conceden los fueros parlamentarios, es la forma más perversa de corrupción”. Carrió lo había acusado de “golpista” por invitar al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, a un almuerzo con directivos de la UIA en plena crisis cambiaria.