Qué hacer frente a un ataque de pánico y las sensaciones de peligro

Se trata de una patología muy común en estos tiempos y es importante saber como detectarlo para evitar confundirlo con otras dolencias. Un tratamiento adecuado con un profesional es ideal para alcanzar los mejores resultados

El ataque de pánico es una patología muy común en estos tiempos que presenta síntomas físicos; es importante saber como detectarlo ya que algunas veces se confunde con otras dolencias.

“El paciente experimenta la sensación de estar cerca de la muerte, o la locura, sufre taquicardia, falta de respiración, ahogo, entre otros efectos”, dice la Lic. Gabriela Martínez Castro, especialista en trastornos de ansiedad.

Por lo general el primer episodio de pánico no se olvida jamás, a partir de allí es normal que el que lo ha sufrido tenga la sensación de que pronto volverá a ocurrirle. “Quienes tienen ataques de pánico no pueden quedarse solos, porque a partir de que viven el primer ataque, su conducta cambia completamente; evita lugares donde sufrió la crisis, procura no realizar la acción que realizaba al momento de manifestarse el pánico; en fin, su conducta se ve limitada y la vida del paciente se restringe hasta el aislamiento”, explica Gabriela Martínez Castro. Esta tipología en particular de trastornos de ansiedad, suele avanzar rápidamente y tiene consecuencias graves.

Según Martínez Castro “se debe intentar un contacto con la realidad que sea lo más firme posible; y no dejarse guiar por pensamientos, fantasías y temores. Hay que tratar de tener un pensamiento lo más realista posible, y contrastar ese pensamiento con la realidad”.

Se sabe que el panic attack es cada vez más frecuente. La mayoría de los pacientes que sufren este trastorno padecen también agorafobia o miedo a los espacios abiertos.

Las causas

Según la licenciada Gabriela Martínez Castro, “los factores para padecer una crisis de pánico son múltiples: siempre hay una predisposición genética (factores hereditarios), el medio socio-ambiental de tipo ansioso (sus cuidadores ó padres han sido ansiosos, temerosos o sobreprotectores) y un suceso estresante o desencadenante”.

Estos sucesos pueden ser tan comunes y cotidianos como una situación de estrés, una mudanza, un parto, enfermedad o muerte de seres queridos, migración, accidentes, cambio laboral o desempleo, divorcio o separación, entre muchos otros.

Sin embargo, Martínez Castro aclara que “el trastorno de pánico se instala cuando se han repetido dos o más crisis, y la vida del sujeto comienza a verse restringida (no efectúa sus actividades habituales, o las hace, pero acompañado, por temor a volver a padecer una crisis y no disponer de ayuda o posibilidad de escape en ese momento)”.

Cabe destacar que si el trastorno de pánico no es tratado adecuadamente, la persona restringirá cada vez más sus actividades fuera de la casa hasta casi permanecer todo el tiempo dentro de ella.