VIDEO: la poesía que recitó Julio Cabal y que te hará admirarlo

A Julio Cabal lo asesinaron cruelmente durante un robo en su comercio de Santa Fe. Tenía 29 años y un espíritu bohemio que lo llevó a acumular una riqueza invaluable en amistades. Tenía talento, mucho talento. Talento para hacer amigues, para la música y la poesía.

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Así fue que en 2014 participó del Slam de poesía oral en Uhlalá Café Concert. Allí se lo ve desplegar su arte, abrirse, desnudar su poesía con gran calidez. Es un poema de amor, ternura, de compañía, con sensualidad y sexualidad. A Julio le salía arte por su boca, por sus ojos, por los poros de su cuerpo. Y ante el arrebato injusto de su vida terrenal y su alma de juglar, sólo nos queda pedir justicia y encontrarlo en videos como éste, donde nos amansa el ánimo a pesar de todo.

 

¿Querés saber qué es lo que me calienta?

No es un pantalón ni una calza.

No es un corpiño negro ni una remera sin corpiño,

ni siquiera las zapatillas de lona.

No son los rulos, no es el pelo hermoso,

no son tus ojos tremendos.

No es la forma en la que contestás el timbre “ahí bajo”, como sin nadie más lo pudiera hacer.

Como si no te importase realmente quién es.

¿Querés saber qué es lo que me calienta?

No son los adornos que hiciste vos,

no son las fotos en blanco y negro,

no es la ropa tirada por todos lados.

No es la cerveza helada que me convidás ni el pucho cuando realmente lo necesito.

No son los libros que me prestás, las palabras que me decís,

no es la musica que escuchamos.

No.

No son tus ojos tremendos.

No son los besos torpes ni las caricias.

No son las sonrisas ni las carcajadas,

no son las sillas que se juntan,

no es el sillón que en realidad es una cama,

no es la luz que siempre es demasiada y la luz del baño, que no anda.

¿Querés saber qué es lo que me calienta?

No es la puerta cerrada que se abre de golpe,

ni tu mano que me guía con sus uñas de colores,

no es la forma que te desvestís de un tirón.

No es la cama que hace ruido,

no es el cajón de la mesita de luz…

no son esos movimientos imposibles,

no es el pelo hermoso, no son tus ojos tremendos.

No son los besos, lentos, ni las caricias suaves.

No son las sonrisas ni las carcajadas, ni los susurros, ni los suspiros, ni los mordiscones.

¿Querés saber lo que me calienta?

No son los abrazos cansados, ni esa manera que te acomodás el pelo hermoso.

Ni tu almohada suave como una nube y la otra dura como un escalón.

No es la forma en que te dormís, ni la forma en que despertás

Ni la manera de desperezarte.

No son  los besos, las caricias, la cama, el ruido, la mesa de luz, el cajón, el pelo larguísimo,

los ojos tremendos, los susurros, los suspiros y los mordiscones otra vez.

Pero a la mañana no necesariamente en ese orden.

No es la forma en que te vestís, no es el beso en el ascensor, ni el beso en la puerta.

No es la alarma en la puerta.

No es el sol, no son las cuadras que camino para volver a la realidad.

No es el sueño ni la resaca. No. No es nada de eso.

¿O sí?