Turismo rural: la pandemia profundiza la marginalidad en el campo

Jineteada en Cayastá

Engranaje clave para activar las economías regionales, reducir las desigualdades y una solución concreta a la vulnerabilidad social. Hoy está frenado, pero podría ser de los primeros en reactivarse.


Un informe del sector de Turismo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) advierte sobre el duro golpe al sector que implica la pandemia ante la imposibilidad de desplazarse de las personas, situación aún más grave en los emprendimientos rurales. El trabajo sugiere que los operadores requieren asistencia para afrontar los costos fijos, mientras adaptan la oferta y los canales de difusión al nuevo contexto. A favor, estiman que serán las zonas rurales donde se inicie la recuperación, por cuanto se trata de áreas menos pobladas donde se espera una menor incidencia del COVID 19.

Cadena afectada

El reporte, al mes de abril, remarca que la cesación total de la actividad turística impacta con mayor fuerza en las MiPymes (micro y medianas empresas), que conforman aproximadamente el 85% de la oferta nacional del sector. Pero la situación es mucho más grave para aquellos emprendimientos situados en zonas rurales, caracterizadas mayormente por la pobreza, la informalidad y la falta de acceso equitativo a condiciones de desarrollo y competitividad.
“El turismo rural es considerado un producto clave para activar las economías regionales, reducir las desigualdades y una solución concreta a la vulnerabilidad a la que está expuesta la población rural”, explica el documento, y advierte: “esta crisis profundiza la coyuntura de marginalidad del espacio rural”.
Algunos de los aspectos que se incluyen en el trabajo indican que estos emprendimientos padecen dificultad para afrontar costos fijos y el desarrollo familiar. Con la parálisis actual, “hay prestadores con cierre total, ante un momento del año que genera expectativas por ocupación en esta estación del año para el turismo rural”.
La afectación comprende a toda la cadena, incluyendo dueños y empleados y su impacto directo en locales de gastronomía, artesanía, guías locales y todos los comercios y servicios relacionados directamente a ellos.
“Los agricultores no tienen un ingreso mensual y dependen mucho de las cosechas y de lo que se genere por la entrada de turistas día a día”, advierte CAME, y agrega que preocupan el corte en la cadena de pagos y las cancelaciones de reservas.
El efecto se siente por añadidura en las poblaciones rurales, a raíz de la pérdida del calendario de fiestas y eventos, “en muchos de los casos dinamizadores de la economía local”.

Adaptación

Ante este panorama de incertidumbre, la identificación y análisis consideran dos estadios temporales: a corto plazo, ayudar a los prestadores de turismo rural en su situación particular y específica durante la inactividad total, para hacer frente a los costos y pagos.
Para mediano y largo plazo el objetivo será ayudar en la adaptación de los servicios a los nuevos requerimientos y potenciar los canales de difusión y distribución para acercar la oferta a la demanda, contemplando la recuperación paulatina de la actividad turística.
Como consideración final, la recuperación se estima que comenzará por aquellos espacios donde la densidad de población sea baja y el nivel de casos afectados por el virus sean menores. Las pequeñas y medianas ciudades serán principales emisores y receptores, y los espacios rurales y naturales los grandes atractivos.