Vicentin vende la unidad de yogures y postres que le había comprado a Sancor

Tiene un acuerdo “casi cerrado” con la Suipachense, aunque una inhibición judicial impide formalizar la operación. El paso que se dio por ahora es un cambio de gerenciamiento.


Los yogures y postres de SanCor que en 2016 pasaron a manos de la familia Vicentin por US$100 millones, están cerca de ser transferidos a La Suipachense, que al igual que la gran láctea santafesino-cordobesa también surgió como cooperativa, en 1947, pero desde 2018 fue adquirida por los empresarios Claudio Rafaniello y Manuel Fernández, propietarios de Lácteos Conosur.

La operación no se puede realizar porque está inhibida judicialmente, debido al concurso de acreedores que involucra a Vicentin SAIC. Si bien son dos empresas distintas y Alimentos Refrigerados Sociedad Anónima (ARSA), es una firma láctea de Vicentin Familiy Group, no vinculada a la agroexportadora, un fallo de la justicia rosarina frena la formalización de la venta.

La decisión judicial surgió en septiembre pasado luego de que Vicentin Familiy Group se desprendiera del frigorífico Friar. Entonces, el fiscal Miguel Moreno, de la Unidad de Delitos Económicos y Complejos de la Fiscalía Regional número 2, pidió que se estableciera la inhibición de ventas y el juez penal rosarino Nicolás Foppiani concedió la solicitud.

Pese a que en el mercado se da por hecho el traspaso, otros observadores advierten que no se puede vender y faltaría atravesar un engorroso trámite judicial hasta poder liberar la transacción. Por eso, todos admiten que mientras tanto el camino que se recorrerá es un cambio de management.

Lo cierto es que hay acuerdo de partes en la negociación que coordinó Daniel Serventi (ex Ernst & Young), y como paso elocuente hacia la concreción de la venta, ARSA ya tiene nuevo presidente del directorio: Daniel Camejo.

ARSA facturó $6000 millones el año pasado y ocupa el segundo lugar en el ranking nacional del segmento. Emplea a 600 personas en dos plantas productivas; una en las afueras de la ciudad de Córdoba, camino a Montecristo y otra en la localidad de Arenaza, partido de Lincoln, en el noroeste bonaerense. Y cada semana llega a 70.000 comercios de todo el país, a través de una red logística de 165 distribuidores.

En la misma condición que ARSA, también forman parte de Vicentin Family Group la mitad de Terminal Puerto Rosario, Algodonera Avellaneda, el feedlot Los Corrales de Nicanor, una bodega en Mendoza, entre otros activos que suman unas 30 empresas. En ese esquema se enrolaba, Friar, el frigorífico que emplea a 1.400 trabajadores en tres plantas, una en Nelson y dos en Reconquista, todas en la provincia de Santa Fe, que a mediados del año pasado fue vendido al grupo inversor BAF. Esa operación disparó la intervención judicial que ahora frena la venta de ARSA.

La duda, entonces, es si la negociación avanzada se verá afectada por el concurso que enfrenta Vicentin SAIC, la agroexportadora del grupo santafesino que en 2020 fue apuntada por el Gobierno nacional y protagonizó una polémica político mediática de alto impacto, que incluyeron movilizaciones de protesta en diversas ciudades del país.

La vinculación de las empresas, el quid de la cuestión

Algunos analistas del caso creen que ARSA podría considerarse ajena al concurso de acreedores, porque a diferencia de otras empresas de la familia no surgió como un desprendimiento de la agroexportadora. Las demás empresas referidas sí formaban parte de un mismo gran grupo.

Eso era así hasta 2014, cuando los bancos le recomendaron a los directivos de Vicentin que separaran esas unidades de negocio menores, como el frigorífico, que en algunos casos tenían balances negativos y condicionaban la calificación financiera de lo que generaba más dinero, la agroexportadora.

La intención de ese desagregado de empresas fue que el negocio que más producía y daba dinero, hasta la debacle de 2019, estuviera desvinculada de las firmas menores para obtener mayor apoyo financiero. Ese fue el motivo de la separación de empresas.

Se buscaba tener una mejor valuación crediticia en las planillas bancarias y no afectar el flujo de la prefinanciación de exportaciones. La paradoja es que ese flujo bancario de corto plazo fue el salvavidas de plomo que, cuando quedó fuera de control, provocó el naufragio de Vicentin. Y ahora, desde que la hermana mayor de las empresas se declarara en estrés financiero, en diciembre de 2019, las más chicas son consideradas las más atractivas de la familia.

Con todo, el gran telón de fondo es la definición sobre una eventual transferencia de la mayoría accionaria de Vicentin SAIC -se estipuló que sea entre el 51 y el 90% del capital- que se negocia con tres firmas agroexportadoras -Viterra -ex Glencore, asociada a Vicentin en Renova- Molinos Agro y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA).

Esa posibilidad, según los negociadores más optimistas podría madurar a fines de este mes con los resultados de la auditoría en proceso. Ahí se definiría un precio actualizado de la empresa y si los interesados confirman la compra de la mayoría de las acciones, se abriría el camino para saldar la deuda por US$1350 millones con productores y bancos.

 

Fuente: TN/Campo