En medio de una creciente tensión política y social en Bolivia, el presidente Luis Arce afirmó este domingo que no renunciará a su cargo y acusó al exmandatario Evo Morales de encabezar una estrategia de desestabilización que busca forzar su candidatura presidencial.
«La renuncia de nadie hoy resuelve los problemas, absolutamente para nada. Si eso resolviera los problemas, ya nos hubiéramos ido», sostuvo Arce en declaraciones a la prensa desde Cochabamba, donde visitó a personal médico y policías heridos durante los recientes disturbios registrados en esa región.
Las declaraciones del mandatario se produjeron luego de una semana marcada por bloqueos organizados por sectores afines a Morales en el Trópico de Cochabamba, su principal bastión político. Las protestas, que exigen la renuncia de Arce, han causado graves perjuicios económicos y sociales, con rutas cerradas, vehículos varados, y ataques a ambulancias y fuerzas de seguridad.
Uno de los episodios más graves ocurrió en la localidad de Vinto, donde manifestantes interceptaron un vehículo de emergencia, golpearon a personal de salud y agredieron a policías heridos que estaban siendo trasladados a un hospital.
Para Arce, estos hechos no responden a una crisis coyuntural, sino a “un plan cuidadosamente diseñado” por Morales para desestabilizar al gobierno y presionar su habilitación electoral. Además, vinculó las movilizaciones con un boicot legislativo que impide la aprobación de financiamiento externo, afectando programas sociales y obras públicas.
La interna del Movimiento al Socialismo (MAS), partido que ambos dirigentes comparten pero desde el que mantienen una creciente disputa, se ha transformado en una pugna por el liderazgo rumbo a las elecciones presidenciales de 2025. Mientras Morales exige ser candidato, Arce busca sostener su gestión en medio de una economía debilitada y creciente conflictividad social.