Entre el domingo 10 y el miércoles 13 de agosto, el cielo argentino ofrecerá uno de los fenómenos astronómicos más llamativos de los últimos años: la alineación visible de seis planetas junto a la luna llena, en simultáneo con la lluvia de meteoros Perseidas.
La madrugada del martes 12 marcará el momento de mayor intensidad de esta conjunción, cuando Mercurio, Venus, Júpiter y Saturno serán claramente visibles a simple vista, mientras que Urano y Neptuno necesitarán de prismáticos o telescopios para ser observados. La Luna, en fase llena y conocida como “Luna de Esturión”, acompañará el espectáculo celeste.
Simultáneamente, la Tierra atravesará el pico de las Perseidas, una de las lluvias de estrellas más famosas del año. Aunque la Luna llena dificultará la observación de los meteoros más débiles, la combinación de ambos eventos convierte a esta semana en una oportunidad única para los amantes de la astronomía.
Este fenómeno no se debe a que los planetas estén en línea recta, sino a una ilusión óptica producto de sus posiciones proyectadas dentro del plano de la eclíptica. Por ello, el espectáculo será visible en todo el país, con mejores condiciones en zonas de baja contaminación lumínica y cielos despejados.
Las regiones más privilegiadas para la observación son diversas zonas de la Patagonia, como la meseta central de Chubut (Gan Gan, Paso de Indios, Telsen), la cordillera de los Andes (Esquel, El Bolsón, San Martín de los Andes) y áreas rurales de la Península Valdés y norte de Santa Cruz, donde la escasa nubosidad y la altitud permiten una experiencia óptima.
En contraste, en grandes ciudades como Comodoro Rivadavia, Trelew, Neuquén, Río Gallegos o Ushuaia, la contaminación lumínica y la nubosidad pueden limitar la visibilidad, por lo que se recomienda buscar puntos alejados de los centros urbanos.
Cabe destacar que este alineamiento planetario no volverá a repetirse de forma similar hasta octubre de 2028, y la próxima gran conjunción para el hemisferio sur será recién en 2034.
Por último, se recomienda no mirar directamente al Sol ni a su entorno para evitar daños oculares durante cualquier observación astronómica.
