Por qué a América Latina le cuesta tanto salir de la pandemia

El subdirector de la Organización Panamericana de la Salud reconoció que los planes de inoculación en la región son lentos. Además, advirtió que “las vacunas no son varas mágicas”.


Más de un año después de haberse reportado el primer caso de COVID-19 en América Latina, el epidemiólogo brasileño Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), analizó la situación en la región durante una entrevista con la BBC Mundo. Allí, sostuvo que el sur del continente continúa siendo de preocupación mundial respecto a la transmisión del virus y las elevadas cifras de contagios. “Tenemos una situación que es una especie de mosaico: algunos países con una situación más controlada y otros donde la situación es todavía muy preocupante porque tienen una tendencia más creciente en el número de nuevos contagios y muertes”, sostuvo.

Barbosa confesó que tienen un panorama claro de la situación epidemiológica de cada país, es decir, el número de casos diarios, la ocupación de camas en terapia intensiva, entre otros. Sin embargo, para él hay dos factores que impiden actualmente que los países latinoamericanos puedan frenar la pandemia y levantar las restricciones, como lo hicieron Estados Unidos e Israel: “Primero, las medidas que son válidas para reducir el COVID-19 -como el uso de mascarillas, la distancia física, evitar aglomeraciones, etcétera- tienen una efectividad muy reducida en los países latinoamericanos, donde la economía informal es el sustento de alrededor del 50% de la población. O sea, las personas no tienen una red de protección social, tienen que salir todos los días a la calle a buscar algún ingreso que pueda alimentar a su familia. También está vinculado a las propias condiciones de vida en los barrios pobres de las grandes ciudades de América Latina, que son una aglomeración permanente de gente. Y segundo, la vacunación sigue avanzando en América Latina, pero con muchas diferencias”, lanzó.

Respecto al primer punto, Barbosa argumentó: “Todo eso hace que las medidas de salud pública que son efectivas para disminuir la transmisión del coronavirus no tengan en América Latina la misma efectividad que tienen en países de Europa o en Estados Unidos, que cuentan con una red de protección social mucho más fuerte. En lo que refiere a la vacunación, hay países como Uruguay y Chile donde ya están mucho más avanzados, pero en la gran mayoría de los países el porcentaje de población que ya está con el esquema completo de dos dosis es todavía insuficiente para que se logre un control mayor de la transmisión y la pandemia. Hay, además, otros factores como mensajes contradictorios de liderazgo o una baja coordinación en algunos países entre autoridades locales y nacionales”.

El periodista de la BBC Mundo le preguntó por qué países como Chile y Uruguay, que tienen exitosos programas de vacunación y un alto porcentaje de sus poblaciones inmunizadas, siguen experimentando aumentos de contagios por covid, a lo que respondió: “Eso demuestra que las vacunas no son varas mágicas. No van a reducir la transmisión al día siguiente y la protección solo está completa cuando la persona tiene las dos dosis aplicadas. La protección que brinda la primera dosis sola es muy baja. Lo otro es que para que la vacunación pueda controlar la transmisión ha de alcanzar como mínimo al 70% de la población. Ningún país de América Latina está cerca de ese porcentaje. Hasta que se controle completamente la transmisión comunitaria, puede haber brotes y rebrotes. Hasta ese momento, hay que mantener las medidas de salud pública para controlar los contagios y la propagación del virus. La combinación de esos dos pilares es lo que puede lograr el control efectivo del covid”.

Para él, las vacunas que se aplican en la mayoría de los países latinoamericanos (como la Astrazeneca, Sinovac, Sputnik y Sinopharm, entre otras) no tienen incidencia en el contexto epidemiológico de la región, ya que todas, a su criterio, ofrecen una buena protección contra el SARS-CoV-2. Sobre eso, señaló: “La vacuna que se está utilizando más en Chile, por ejemplo, es la Sinovac. Hay datos que demuestran que tiene una capacidad, con la segunda dosis, de reducir los casos graves y las hospitalizaciones en alrededor del 80%. No obstante, ninguna vacuna tiene 100% de efectividad. El rol de la vacuna es aumentar la protección, eso significa que todas están contribuyendo a salvar vidas y reducir los casos graves por la enfermedad”.

En relación a cuál es la principal preocupación de la OPS sobre la situación epidemiológica de América Latina, reconoció que es ver cómo obtener más vacunas para los países de la región. “Hay una inequidad muy importante en la distribución de vacunas. Los países desarrollados acapararon la mayor cantidad de vacunas, por lo que hay una dificultad de garantizar el acceso. Si tomamos los datos epidemiológicos y de mortalidad, América Latina sigue como uno de los centros importantes de la pandemia. Estamos trabajando a través del mecanismo Covax para garantizar el acceso y también con países que están confirmando las donaciones para hacer posible que la vacunación pueda llegar a la mayor cantidad de países posibles”, informó.

Por último, y sin mencionar cuáles, Barbosa admitió que hay países que están tomando medidas “más efectivas” que otros: “Yo creo que el gran desafío va a ser cómo los países van a seguir lidiando con el control de la transmisión, lo que no se espera en un corto plazo”, concluyó.

 

Fuente: TN/Con Bienestar