Cuestión de horas: el fútbol argentino parará la pelota

La decisión de River de no presentarse al partido contra Atlético Tucumán desnudó una nueva grieta en el fútbol argentino: dirigentes vs. jugadores. O también: los que querían seguir jugando vs. los que querían frenar el fútbol por el coronavirus. Finalmente, la presión de estos últimos torció la voluntad de AFA, del Gobierno Nacional e incluso de Agremiados, que hasta el domingo se había mostrado reticente al cese de actividades.

“Vamos a respetar la voluntad de los jugadores, pero hay que esperar la decisión de todo el grupo”, había anticipado ayer por la mañana Sergio Marchi, secretario general de FAA. Había puesto como fecha decisiva el miércoles a las 18. No fue así: pasadas las 18, pidió esperar “hasta mañana” pero dio a entender que la decisión ya estaba tomada: la pelota dirá basta ahora que la fecha de la Copa Superliga se completó.

Ayer por la mañana, Marchi estuvo reunido con Silvio Romero, una de las voces más fuertes entre los capitanes de los clubes de la Superliga. Al retirarse de Agremiados, el delantero de Independiente se refirió al partido -que luego fue reprogramado para mañana- de Copa Argentina, ante Villa Mitre: “Creemos que la exposición y el riesgo es más alto de lo normal, la postura es no jugar”.

Por la tarde, el titular de Agremiados fue hasta el Ministerio de Salud. Allí se dieron los trazos finales a una decisión a la que solo le falta la confirmación oficial: que la pelota se pare hasta nueva orden. “Tenemos que esperar, tener paciencia. Parecería que el eje es el fútbol cuando en realidad tenemos una pandemia en la que todos tenemos que tener responsabilidad social”, agregó.

A última hora del domingo, en conferencia de prensa, Alberto Fernández, presidente de la Nación, había insistido en la posibilidad de continuar con el fútbol, planteando incluso la necesidad de transmitir los partidos por televisión abierta para pasar los días de aislamiento. También había dicho que era un problema dinámico, que se resolvería día a día. Y al parecer, las cosas cambiaron en solo 24 horas.